jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº1536

Sociedad | 26 may 2023

A medio siglo de un encuentro impensado


Hace exactamente 50 años, en un lejano pero hermoso lugar de nuestra bendita patria, una figura de significativo protagonismo en la historia argentina, que hacía apenas unas horas que acababa de entregar la presidencia de la nación y que, por el momento, conservaba su rango militar, fue recibido, casi solitariamente, por un conscripto pehuajense que cumplía con el servicio militar de entonces, en una guarnición enclavada al pie de los majestuosos montes andinos donde las nieves son eternas. Curiosamente, ni uno ni otro imaginaron estar allí y en esas condiciones. El expresidente Alejandro Agustín Lanusse, teniente general del Ejército Argentino, porque tenía otros planes, y el soldado pehuajense, Miguel Ángel Monetta, porque sus dificultades de visión debieron haberlo exceptuado del referido servicio a la patria, pero no fue así. SINGULAR HISTORIA Una historia de un encuentro entre un joven civil que cumplía con una obligación militar y un militar de alto rango con pase a Retiro Efectivo y en camino a la vida civil. Hace un lustro, desde NOTICIAS, escribimos un libro sobre historias de pehuajenses, seleccionando aquellas que, si bien no cobran una trascendencia mayúscula, jalonan la biografía del o los convecinos nuestros que las protagonizan como hechos importantes por alguna razón. Y este episodio bien podría haber sido incluido, pero quedó, como otros tantos, a la espera de una nueva edición. MONETTA Miguel Ángel Monetta, hijo de padre ferroviario, es un pehuajense de 71 años, muy conocido en nuestra comunidad en diferentes ámbitos, y entre ellos en el de prensa, debido a su labor como periodista deportivo y como locutor. Miguel vivió gran parte de su infancia en Francisco Madero, 30 de agosto y Tres Lomas, localidad, esta última, donde cursó estudios primarios. No hizo la secundaria porque hubo que trabajar para colaborar en el sostén de la familia, pero la escuela municipal “Pablo Espeleta”, ubicada donde hoy funciona la Comisaría de la Mujer y la Familia, le dio una gran oportunidad -como a tantos vecinos– y se graduó en radiotelegrafía. Nunca imaginó que ese título pesaría mucho más de lo esperado y en sentido opuesto. SERVICIO MILITAR Nacido en 1952 fue incluido en el sorteo nacional para conscriptos que debían hacer el servicio militar obligatorio y aunque por número obtenido quedó obligado a incorporarse, íntimamente sabía que no podría ser admitido por sus dificultades en la visión. Por ello concurrió con absoluta confianza a la revisación en el Distrito Militar Junín, luciendo los anteojos que necesitaba para poder ver bien y que daban una clara muestra de la referida dificultad. Todo iba bien y reinaba en él una enorme confianza. Por ello le costaba entender la razón por la que, apenas cuatro días después, estaba incorporado, con anteojos y todo, en el Regimiento de Caballería de Exploración de Montaña Nº 4 “Coraceros del general Lavalle”, ubicado en San Martín de los Andes. ¿Por qué? Esa era la pregunta recurrente. Y la respuesta estaba en su título de radiotelegrafista graduado en Pehuajó y con licencia profesional obtenida en Mercedes, a nivel nacional, que lo habilitaba para operar con barcos, aviones, etc. La bella provincia de Neuquén lo recibió con sus más pintorescos paisajes, aunque Miguel no iba, precisamente, a pasear sino a dejar de lado su vida civil por un año y convertirse en soldado conscripto. No fue el único pehuajense en incorporarse en ese momento, dado que, entre otros -según él mismo ha contado– también se incorporaron: Jorge Moser, Roberto Martino y Miguel Inveninato. Sin embargo, Monetta fue el único que protagonizaría el referido encuentro. EL ENCUENTRO ¿Cómo fue ese encuentro? Se lo preguntamos al propio Monetta y él nos lo narró así: “Mi lugar de trabajo era la oficina de Radio del regimiento que, por entonces, estaba ubicada junto a la Guardia de Prevención, donde luego fue instalada la Enfermería, lo cual creo que aún funciona allí. Tenía dos superiores que, eran suboficiales del Ejército: el sargento Mendoza y el cabo Núñez. Allí trabajábamos y todas las comunicaciones pasaban por nuestra oficina. Así llegó el turbulento año 1973 con el retorno de la democracia y el final del gobierno militar del general Lanusse. Como es sabido, el Dr. Cámpora ganó las elecciones presidenciales y asumió el gobierno el 25 de mayo de ese año. Entonces fue cuando se dijo que, tras entregar el gobierno al nuevo presidente, el general Lanusse vendría a nuestro regimiento, donde, seguramente, tenía partidarios y opositores. Por eso, cuando se confirmó la llegada de Lanusse al regimiento, el teniente coronel Jorge Bedoya Guido nos reunió a los tres integrantes de la oficina de radio, Mendoza, Núñez y yo. Ahí nos informó que el reneral iba a llegar ni bien entregara el poder, y tenía previsto descansar en su casa, por lo que debíamos ocuparnos de conseguirle todo lo que él necesitara en cuanto a comunicaciones. Todo parecía algo dentro de lo normal que no me afectaba directamente, pero cuando se retiró el teniente coronel, Mendoza me miró fijo y me dijo con extrema seguridad: “¡Monetta: Lanusse es problema suyo! Nosotros somos peronistas, no lo queremos y no volveremos hasta que se vaya. Usted queda a cargo de la radio.” Su orden fue contundente por lo que me quedé solo, con una responsabilidad que no esperaba, pero era una orden superior y, como soldado, debía cumplirla. Pasó entonces que, a las siete de la mañana del sábado 26 de mayo, llegaron a la Guardia de Prevención, tres automóviles con efectivos muy bien armados, los que inspeccionaron el lugar de manera muy minuciosa. Luego, cerca de las ocho y media de ese día, llegó otro auto y ahí venía Lanusse. Llegó vestido de militar y me saludó muy cordialmente, pidiéndome que le consiguiera una comunicación. Lo hice y recuerdo el diálogo que se dio en ese momento a través de la radio. “¡Hola, muchachos! ¿Cómo está todo por ahí?” preguntó Lanusse. Y desde el otro lado le respondieron: “Bien, general. Todo tranquilo. Nadie sabe donde está usted. Los problemas los tienen ellos en Buenos Aires. Descanse tranquilo. Cualquier novedad se le comunicaremos a esa radio.” Eso es lo que recuerdo de la comunicación. Lanusse se retiró y, sin saberlo, dejó en mí el recuerdo de una situación singular que, jamás hubiera imaginado que podría darse, porque unos meses antes yo era un civil que caminaba tranquilamente por Pehuajó y él era el presidente de la nación. Sin embargo, aquel 26 de mayo de 1973, ambos coincidimos en un encuentro en San Martín de los Andes. Lejos mi Pehuajó y también de la Capital Federal. Misterios de la vida.”
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