sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº1559

Sociedad | 30 mar 2022

Carrera complicada pero inolvidable


El año 1984 resultó muy atractivo para la afición automovilística de nuestra ciudad, porque Pehuajó logró tener ese año tres máquinas compitiendo en la categoría más popular del automovilismo argentino: el turismo de carretera. Dante Omar Catellani, Enrique Máximo Gallinotti y Alberto Aníbal Piñanelli fueron esos pilotos. OTRA MARCA Curiosamente, esos volantes cambiaron rápidamente de marca, porque Catellani comenzó a competir con un Falcon que había sido de Pedro Cerruti, pero luego pasó a conducir la Dodge adquirida al casarense Paolucci, mientras que Gallinotti inició su trayectoria en la categoría con un Torino, pero enseguida se pasó al comando del mencionado Falcon que había sido de Dante, aunque con un motor que tuvo Antonio Aventín y que sería preparado por Roberto Gratani, quien había trabajado con el Polaco Herceg, palabra máxima en Ford. En el caso de Piñanelli, también puede decirse que cambió de marca, pero no como piloto, porque ocupó la butaca derecha de una Dodge cuando fue acompañante de su gran amigo, el trágicamente desaparecido piloto pehuajense Oscar Prieto a comienzo de esa década, pero luego, cuando debutó al volante de un TC, lo hizo en un Falcon que pertenecía al Quilmes Automóvil Club, el cual había sido pilotado por Gerardo Del Campo y contaba con la mecánica de Souza Martínez. En realidad, Piñanelli iba a rendir la prueba de suficiencia con el Falcon que había pertenecido a Marcial Feijoo, aquel volante que el 26 de octubre de 1980 se había despistado en la carrera de 25 de Mayo atropellando a Nito Lizeviche y al excampeón mundial de boxeo Víctor Galíndez que había actuado como acompañante, dando origen a un luctuoso suceso que tomó trascendencia internacional. Pero el Falcon no respondió y se consiguió el auto quilmeño que luego sería adquirido por el pehuajense. PILOTOS LOCALES Aquella temporada del ’84 resultaba ser la primera en la que tres pilotos representaban a Pehuajó, al menos desde un principio, porque en 1967 Tosti, Cumba y Polo habían participado, pero sin continuidad. Por eso la afición lugareña estaba muy pendiente de aquellos volantes que habían vuelto a poner a Pehuajó en el TC, y esperaban vibrar como lo habían hecho en la década del ’60 con los pilotos locales: Jorge Farabollini, Manuel Armella, Osvaldo Tosti, Hugo Polo y Clemente Cumba, y en la década siguiente con Jorge Martínez Boero, Héctor Moro y Luis Saint Germés, quienes nos habían representado, siendo éstos últimos acompañados siempre por el pehuajense Walter Terrón. Incluso el piloto de Los Toldos, Oscar Piñero, nos representó en la Vuelta de Pehuajó de 1979 con Terrón como acompañante. Había muchas esperanzas y el entusiasmo de los seguidores era mayúsculo. Sin embargo, todos sabían que el TC ya no era el mismo de años anteriores y que se necesitaba mucho más que grandes condiciones conductivas para mantener un auto entre los llamados “de punta”, porque el factor económico era determinante. Y ese derecho de piso se pagó, tiempo en el que las máquinas pehuajenses no aparecían en las fotografías centrales de los principales medios de prensa del país y el nombre de nuestra ciudad no era de los más nombrados por los relatores. Pero llegó la carrera realizada en el autódromo porteño y el nombre de Pehuajó se vio en grandes fotografías de la gráfica nacional. AUTÓDROMO PORTEÑO El autódromo construido en Capital Federal, más precisamente en la zona denominada como Villa Riachuelo, fue inaugurado en el año 1952 y denominado como: “Autódromo 17 de Octubre” en honor a una fecha muy ligada al peronismo, color político que gobernaba el país. Sin embargo, ese nombre duró poco porque en 1955, tras el derrocamiento del gobierno por la llamada Revolución Libertadora, se impuso una nueva denominación y pasó a llamarse: “Autódromo General San Martín”, en honor al máximo prócer de nuestra independencia. Recién luego de recuperada la democracia en 1983, se rebautizó al escenario automovilístico como: “Autódromo Municipal de la ciudad de Buenos Aires” y en 1989, luego del fallecimiento del inolvidable Oscar Alfredo Gálvez, se impuso este nombre. No obstante, en 2005 se incluyó también en la denominación al múltiple campeón Juan Gálvez, hermano del popular “Aguilucho” y el escenario pasó a tener el nombre de ambos. PRUEBA INOLVIDABLE El 10 de junio de 1984 se realizó la anunciada prueba en el referido autódromo con puntaje válido para el campeonato argentino de TC. Los principales pilotos de la categoría se dieron cita y dos de los pehuajenses lograron estar en la línea de largada, siendo ellos: Alberto Piñanelli, cuyo Ford lucía el número 113 y Enrique Gallinotti, quien participó con el número 140 pintado en su Falcon. TIEMPOS Y PRIMERA SERIE Un total de 41 máquinas realizaron las pruebas de clasificación, logrando el casarense Roberto Mouras, con su Dodge, el mejor tiempo con 1 minuto, 57 segundos y 85 centésimas. Piñanelli, con un tiempo de 2 minutos, 3 segundos y 18/100 ocupó el puesto vigésimo séptimo, mientras que Gallinotti alcanzó el puesto trigésimo quinto con 2 minutos, 5 segundos y 45/100. En consecuencia, los dos pilotos pehuajenses fueron incluidos en la primera serie, la que fue ganada por Mouras con 10 segundos de ventaja sobre Ángel Banfi, mientras que Emilio Satriano terminó tercero. Gallinotti, mejorando mucho el rendimiento de su Falcon, ocupó la décimo tercera posición final, y Piñanelli concluyó en el décimo quinto lugar. SEGUNDA SERIE La segunda serie fue ganada por Oscar “Pincho” Castellano, escoltado por Eduardo Marcos y Johnny De Benedictis, quedando todo dispuesto para la final luego de un serio incidente entre el bolivarense Jorge Martínez Boero y el por entonces novato sampedrino Osvaldo “Pato” Morresi, generándose una invasión de pista por enfervorizados hinchas, que obligó a intervenir al jefe de comisarios deportivos, el pehuajense Nelo Massola, lográndose controlar la situación, aunque excluyendo de la competencia a los pilotos involucrados. LA FINAL La final quedó integrada por 35 máquinas que resultaron debidamente habilitadas, las cuales se formaron en filas de tres autos para la largada. Mouras, Castellano y Marcos ocuparon la primera fila, mientras que Banfi, Emilio Satriano y Octavio Suárez se ubicaron en la segunda, quedando la tercera para Jorge Oyhanart, Johnny De Benedictis y Oscar Aventín. Enrique Gallinotti se ubicó en la octava fila con su Ford, en medio de la Dodge de Orlando Márquez y la Chevy de Carlos Fedrigo. Por su parte, Piñanelli ocupó la novena fila, por afuera, junto a las Dodge de Marcelo González y Rubén Gil Bicella. LARGADA La largada resultó tan sorprendente como complicada. Mouras picó en punta aprovechando su posición inicial y tomando la cuerda, pero Banfi, en una arriesgada maniobra salió disparado y pasó, casi de forma milimétrica -como dijeron algunos– entre Castellanos y Marcos para ubicarse segundo, detrás del casarense. De hecho, hay una fotografía en la tapa de la revista CORSA que inmortaliza el momento en que Banfi intenta superar a dos de sus perseguidos, algo que, de hecho, logrará. Los títulos de la tapa de dicha revista, también hablan, entre otros temas, de los accidentes, los cuales se produjeron en esa misma largada. ACCIDENTES Enrique Gallinotti, que participó en dicha competencia acompañado por Daniel “Pacha” Pino, recordó alguna vez que su máquina se quedó sin embrague cuando se disponía a largar. En ese momento fueron testigos de cómo el recordado Gordo Brescia y Pedro Doumic, posiblemente luego de que sus máquinas se tocaran, lo cual no se aclaró en ese momento, perdían el control y mientras el primero se iba hacia la derecha junto al Falcon de René Ducret, el otro salía disparado hacia el lado opuesto. Brescia y Ducret encararon, sin control, para el sector de la calle de boxes, cerca de la confitería, en dirección hacia donde, inexplicablemente, se encontraban unos colaboradores de Satriano que nada tenía que hacer allí sino estar en boxes y que, desesperadamente, lograron salvarse de la embestida. Sin embargo, lo más sorprendente fue que Doumic, cuya máquina salió disparada, también sin control, pero hacia la izquierda, se encontró con la Dodge de Oscar Aventín, que había largado desde la tercera fila y el Falcon de Gustavo Degliantoni que, en esos escasos segundos de largada había llegado hasta ese lugar pese a haber partido desde la última fila, lo que no resultó fácil de explicar. En este encontronazo se producen vuelcos y tremendos impactos contra el guard-rail, y entre los hierros retorcidos de las máquinas de los tres participantes mencionados, quedó detenido sobre el pasto el Falcon pehuajense de Enrique Gallinotti que, sin posibilidades mecánicas de continuar la carrera, se detuvo con el propósito de auxiliar a los accidentados. PEHUAJÓ Las fotografías que recorrieron todas las publicaciones y que muchos aún conservan permiten ver el Falcon negro con la leyenda PEHUAJO sobre su parabrisas en medio de las semidestruidas máquinas de Aventín y Degliantoni, como así a Gallinotti y Pino incorporados al caos. Sin embargo, nadie sufrió consecuencias. Pero éstos salieron hasta en el número especial que la prestigiosa revista El Gráfico publicó el martes 12 de junio de aquel año, con motivo de celebrar su 65º aniversario. MOURAS GANADOR La carrera continuó y luego de 24 vueltas, Roberto Mouras se adjudicó la victoria, escoltado por la Chevy de Emilio Satriano y la Dodge de Johnny De Benedictis. Un total de 18 máquinas completaron el porcentaje mínimo de vueltas, cerrando esa nómina la Dodge número 71 de Roberto Caparello. Alberto Piñanelli, acompañado por su hermano Jorge, terminó ocupando el duodécimo puesto a 2 minutos del ganador, mientras que, obviamente, Gallinotti no registró pasada por el control de la primera vuelta, abandonando la competencia tras lo narrado anteriormente. LOS PEHUAJENSES Los tres representantes pehuajenses mencionados continuaron compitiendo en la categoría para alegría de su gente. Piñanelli, pasó del número 113 lucido en 1984 al 62 obtenido para el año siguiente, lo que mostraba su evolución. Y fue en ese año ’85 cuando participó en una competencia destinada a pilotos No ganadores y debutantes en el autódromo porteño. Hizo un muy buen tiempo y peleó la carrera hasta el final, pero debido al error de tener mal distribuidos los neumáticos respecto de sus posiciones correctas, sufrió inconvenientes y concluyó en el cuarto puesto, aunque su máquina fue la elegida por la revista CORSA para ilustrar la tapa de la edición de esa semana referida a la fiesta del TC vivida en el autódromo. Todo un orgullo para quien cerró su trayectoria en 1986. Por su parte, Catellani compitió entre 1983 y 1986, destacándose particularmente en el circuito La Capilla, de La Banda, en Santiago del Estero, el cual contaba con rectas largas que permitían a las Dodge adaptarse mejor, dado que podían andar a fondo sacando ventajas a las otras máquinas que, en varios sectores, debían aflojar. En cuanto a Gallinotti, sin mayores resultados, en 1986 decidió retirarse, por lo que ese año, Pehuajó se quedó sin sus tres representantes en el TC. Eran tiempos muy difíciles para una categoría demasiado competitiva que exigía inversiones monetarias permanentes, las que iban mucho más allá del sacrificio de amigos y colaboradores. Una lástima, porque la afición se quedó con ganas de seguir viéndolos cada domingo y no pudo ser, abriéndose, desde entonces, un largo paréntesis que aún no se ha cerrado. Roberto F. Rodríguez.
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