Fue un multifacético deportista que jugó a lo que quiso y consiguió quedar considerado entre los mejores de su tiempo, aun en actividades deportivas muy disímiles.
Pehuajó lo recibió en varias oportunidades, dentro de su trayectoria en el automovilismo nacional, más precisamente en el turismo de carretera.
MENDITEGUY
Carlos Menditeguy, dado que él se trata, había nacido el 10 de agosto de 1914 en la ciudad de Buenos Aires, en el seno de una familia propietaria de importantes establecimientos rurales del país y ubicada socialmente en la clase alta. Sin embargo, Charles se inclinó, desde muy joven, por la práctica deportiva y comenzó a distanciarse del campo, al que regresaría luego para ocuparse de sus caballos de carrera.
Cursó sus estudios en el Colegio Carmen Arriola de Marín e integró, como centrodelantero, el equipo campeón intercolegial. El fútbol lo tenía presente. Pero eso sería solo el principio.
DEPORTES VARIOS
Como si estuviera convencido que ya había demostrado su calidad en la práctica del popular balompié, decidió dedicarse al tenis y, siendo aún un adolescente, alcanzó el séptimo lugar en el ranking argentino. Era cuestión de seguir, sumar esfuerzo y dedicación, y el deporte nacional lo tendría en lo más alto del tenis. Pero fue por otros horizontes.
Demostró su calidad en pelota a paleta, y también practicó squash con éxito. El Jockey Club lo contó entre sus nadadores principales y también se dedicó al remo. Hasta allí, parecía que, excepto el fútbol, no estaba para los deportes de contacto, pero, contradiciendo esa apreciación, comenzó a practicar boxeo y hasta incursionó en la esgrima.
EL POLO
Cuando su tiempo juvenil quedó atrás, aunque no tanto, decidió dedicarse al polo y jugó su primer partido cuando tenía solo 20 años de edad. Le gustó, y poco después comenzó a dedicarle parte de su tiempo a ese deporte ecuestre. Su entusiasmo y sus condiciones exigían mayor dedicación y aceptó el reto, logrando, antes de cumplir 30 años, ser un 10 de hándicap, máxima categoría del polo. Un fenómeno.
EL GOLF
Acudió a un campo de golf con un amigo donde, tras observar los movimientos de los jugadores y conocer las reglas del juego, no tuvo mejor ocurrencia que afirmar que ese deporte era fácil. Lejos de generar un mal momento, lo que generó fue una apuesta, la que aceptó con enorme seguridad, comprometiéndose a demostrar que podía alcanzar la máxima calificación de categoría, teniendo como plazo límite un acordado tiempo. Y cumplió. En pocos meses llegó a ser un jugador de primer nivel nacional. Increíble.
CARRERAS
Llegó el tiempo del deporte motor y, en el verano de 1950, debutó ganando una carrera para autos Sport al comando de una flamante Ferrari 166 Spyder Corsa, competencia que se desarrolló en el circuito conocido como el de: “El Torreón de Mar del Plata”.
Al no haberse proyectado en el fútbol ni en el boxeo, sus grandes hazañas deportivas le depararon un gran reconocimiento, pero solo de una determinada clase social, muy ligada, en ese tiempo, a ese tipo de deportes que lo habían visto triunfar. En consecuencia, le faltaba el reconocimiento popular y eso, solo podía dárselo el turismo de carretera, la más popular de las categorías del automovilismo argentino. Y hacia allí fue.
EL TC
Se sumó al TC en el primer lustro de los ’50 y su primera victoria llegó en Olavarría en 1955, donde logró imponerse a los afamados créditos locales Dante y Torcuato Emiliozzi por solo 40 segundos luego de recorrer más de setecientos kilómetros entre tierra y asalto.
¿Le faltaba algo más? Sí. Volver a la F1 Internacional. Había corrido en Buenos Aires en 1953. Y esa breve experiencia, sus grandes condiciones, los contactos adecuados y las posibilidades que aparecían en el horizonte deportivo, le abrieron una nueva puerta y en 1956 se sumó al equipo oficial Maserati.
F1 INTERNACIONAL
En mayo de ese año se disputaría el Gran Premio de Mónaco y Menditeguy debía correr allí. Sin embargo, algo ocurrió que dio vida a una de sus anécdotas más increíbles.
Casi sobre la fecha de la carrera, el campeón del mundo de la F1, el argentino Juan Manuel Fangio, recibió una invitación para tener una cena con la bellísima y famosa Brigitte Bardot. Profesional al ciento por ciento, como era el campeón, rechazó la misma, pero propuso un reemplazo: Carlos Menditeguy, piloto de Maserati y verdadero gentleman que, además, dominaba el idioma francés sin dificultades. La bella aceptó el cambio, pero la cosa no quedó en una cena, sino que, tras la misma, ambos se fueron a Saint Tropez, a vivir un fin de semana inolvidable. Por eso, cuando llegó la hora de la carrera, la Maserati de Menditeguy quedó sola en boxes, porque Charles nunca llegó y lo despidieron del equipo.
Sin embargo, al año siguiente, cuando Fangio fue contratado por Maserati, Menditeguy recuperó su puesto como piloto de la escudería y en la primera carrera de esa temporada fue tercero en Buenos Aires, detrás de Fangio y Jean Behra.
TRES RUEDAS
Retornó al TC y fue noticia cuando, al culminar el Gran Premio Argentino de 1957, atravesó la línea de llegada en solo tres ruedas, dado que su Ford había perdido una. La fotografía recorrió diferentes medios gráficos y Charles recogió el reconocimiento de la afición fierrera.
Un año después, visitó Pehuajó para competir aquí por primera vez.
EN PEHUAJÓ
El 12 de agosto de 1958 se disputó la I Vuelta de Pehuajó y Charles largó en el tercer lugar conforme al orden establecido. Detrás de Álzaga y Piersanti, pero delante de Juan Gálvez, Marcos Ciani, Oscar Gálvez y otros grandes del automovilismo nacional. Pero la suerte no lo acompañó y pronto quedó al margen de cualquier posibilidad de lucha. Ganó Ciani y nuestro crédito, Jorge Farabollini, que hacía sus primeras armas, terminó décimo.
NUEVAS VISITAS
En 1959 sumó otra victoria al imponerse en la I Vuelta de Arrecifes y estuvo muy cerca de ganar en Santa Fe, pero en esa tierra siempre se le escapó el triunfo.
El 22 de septiembre ganó en Olavarría, superando a Oscar Gálvez por 39 segundos, y, al mes siguiente se inscribió para la II Vuelta de Pehuajó, disputada ese año (victoria de Dante Emiliozzi bajo la lluvia), pero sin suerte. Recién en 1960 cumplió una buena actuación en nuestra tierra al terminar quinto en otra lluviosa jornada, carrera que ganó Juan Gálvez.
OTRA VEZ NOTICIA
En ese año 1960, en el que se despidió de la F1, no sin antes recoger grandes elogios, volvió a ser noticia en el TC. Fue durante el Gran Premio Argentino, diagramado en seis etapas. Ganó las tres primeras etapas y aunque tenía enormes chances de ganar la gran carrera aprovechando la ventaja que llevaba, asumió nuevos riesgos con tal de ganar la cuarta etapa, dado que, hasta entonces, ningún piloto había logrado la hazaña de ganar cuatro etapas consecutivas en un Gran Premio y ese récord era un desafío para Charles. No pudo ser. La rotura de un palier le restó estabilidad al Ford que terminó incrustado en una zanja con el tren delantero destrozado. Adiós etapa. Adiós récord. Adiós carrera.
INOLVIDABLE
Se reencontró con el triunfo en 1962. Ganó en Villa Carlos Paz y en la tradicional Mar y Sierras. Pero ese año, por la muerte de Jorge Farabollini, no se hizo la carrera en nuestra ciudad. Recién al año siguiente se inscribió en la V Vuelta de Pehuajó, pero finalmente, no largó. No obstante, volvió a ser la gran noticia en el Gran Premio de año 1963, trazado sobre 3.814 kilómetros a cubrir en 5 etapas. Anduvo entre los primeros y aunque solo ganó una etapa, a 20 kilómetros de Pergamino, donde culminaba la prueba, era puntero con tanta ventaja que podía reducir la velocidad y quedarse con el Gran Premio. Es más, ya podía divisar, desde la ruta, la ciudad de Pergamino, pero una biela se cortó, se quebró el árbol de levas y un pistón se incrustó en el block. El motor quedó destruido. Solo quedaban 17 kilómetros. Nada más. Nadie podía creer en su abandono. Dicen que cuando su acompañante, Agustín Linares le preguntó: “¿Qué hacemos con el auto?”, Charles le respondió: “Saque nafta del tanque y préndalo fuego. Quémelo, Linares, quémelo.”
Pairetti encontró el Gran Premio que perdió Menditeguy, pero la anécdota de Charles quedó en la historia del automovilismo argentino.
SU GRAN AÑO
Retornó a Pehuajó en 1966, su gran año y terminó segundo, detrás del tractor de Eduardo Casá. Su única victoria en el año fue en Tres Arroyos y fue la última de su paso por el TC.
Ese año alcanzó el récord de vuelta en Salto con un promedio de 190,320 kilómetros horarios y culminó el campeonato en el cuatro lugar con 41 puntos.
EL ADIÓS
Víctima de una cruel enfermedad, Carlos Menditeguy falleció en la Capital Federal, el 27 de abril de 1973 y con él se fue uno de los personajes más pintorescos y recordados del deporte argentino. Un grande que nunca quiso ser profesional, porque entendió al deporte como un pasatiempo. Pero siempre quiso ser el mejor, porque para él: competir y ganar, eran dos acciones inseparables.
Roberto F. Rodríguez.