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El gallego Rosendo

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El 23 de noviembre de 1952, culminaba una de las competencias más recordadas de la historia del automovilismo argentino: el Gran Premio de Turismo de Carretera. Una prueba trazada sobre 4.107 kilómetros de recorrido y que, tras culminar la misma luego de agotadores días y horas de travesía, el ganador superó a su más inmediato escolta por una exigua diferencia de menos de un minuto, hecho que dejó incorporada a dicha carrera entre las más peleadas, y al nombre de su vencedor, en lo más alto.

HERNÁNDEZ

Rosendo Hernández, dado que de él se trata cuando nos referimos al ganador de aquella gran competencia, nació el 2 de abril de 1915 en un pequeño paraje denominado Ojo del Río y perteneciente al Departamento Rural de Junín, en la provincia de San Luis.

Sus padres: don Rosendo y doña Ana López Gálvez, eran nacidos en Armería, España, donde nació la mayor de sus hijas, Ana, mientras que María Carmen, Delia, Rosa y Rosendo, nacieron en nuestro país.

CHOFER

El padre de Rosendo tenía un transporte de pasajeros, en un recorrido que unía Villa Dolores con San Luis, y el joven hijo, cuando tuvo edad para conducir, se hizo cargo de la unidad y ganó extraordinaria experiencia sobre los irregulares caminos que le tocaba transitar.

Acostumbrado a las rutas, pavimentadas o no, y a los viajes largos, rápidamente comprendió que no estaba lejos de contar con las condiciones humanas necesarias para formar parte de ese especial grupo de pilotos que se lanzaban a devorar kilómetros, compitiendo en una nueva categoría del automovilismo argentino: el turismo de carretera. Entonces fue por los demás elementos técnicos y logísticos que posibilitaran su incursión en dicha categoría.

EN EL TC

Para 1939 contaba con un Ford en condiciones de entreverarse con los punteros y participó del Gran Premio Extraordinario disputado con 125 pilotos que partieron dispuestos a cubrir 4.602 kilómetros en siete etapas. Ganó la primera etapa entre Córdoba y Santiago del Estero y terminó en el tercer puesto en la general, luego de siete días consecutivos sobre el camino.

En la temporada siguiente hubo solo dos competencias en el calendario oficial. La primera fue el Gran Premio Internacional del Norte, trazado desde Buenos Aires hasta Lima y regreso, siempre por camino del altiplano boliviano, completando 9445,400 kilómetros en trece etapas. Hernández se mantuvo cerca de los punteros y ganó la novena etapa entre Arequipa y La Paz, arribando tercero a Buenos Aires, detrás de Fangio y Musso.

CABALLERO

La segunda y última competencia del año fueron las Mil Millas y en ella también cumplió una buena labor, pero lo más destacado fue su gesto de detenerse para auxiliar al piloto Julio Pérez y su acompañante Bernardo Pérez, que habían protagonizado un impresionante vuelco cuando marchaban punteros. El desenlace resultó desafortunado, puesto que el piloto falleció, mientras que su acompañante necesitó un año para recuperarse, pero vivió.

Rosendo terminó tercero en ese campeonato que coronó a Fangio por primera vez.

RETORNO

En 1948, cuando se reanudó la actividad del TC, luego de la interrupción sufrida entre 1942 y 1947 por razones de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, Rosendo se inscribió, pero como piloto de Chevrolet, en el gran premio conocido como la “Buenos Aires – Caracas”.

Acompañado por Juan Grillo, largó con el número 20, pero abandonó en la quinta etapa, en tierra boliviana. Fue por la revancha en el gran premio de regreso entre Lima y Buenos Aires y logró arribar segundo escoltando a Oscar Gálvez. Para entonces ya era una de las grandes figuras del TC y a pesar de su actuación, decidió dejar el Chevrolet para volver al Ford.

FORD

Encaminó sus proyectos en la búsqueda de la gran victoria que le pedía su gente. Sin embargo, el triunfo se le negó durante algunos años, destacándose su labor en Santa Fe donde obtuvo un más que meritorio un segundo puesto; un tercer lugar en La Pampa; y una sexta ubicación en las Mil Millas, todas en 1949 y con un mismo ganador: Juan Gálvez, quien, sin lugar a dudas, fue uno de los más grandes pilotos argentinos de todos los tiempos.

LA GRAN VICTORIA

Recién en 1952 Rosendo alcanzó la victoria que tanto buscaba. Fue en el Gran Premio Argentino, disputado entre el 16 y 23 de noviembre y estructurado en tres etapas para cubrir 4.107 kilómetros. Un total de 111 competidores se anotaron en la prueba, entre los que estaban: Juan Gálvez, Oscar Gálvez, Eusebio Marcilla, Marcos Ciani, Víctor García, Domingo Marimón y el primer campeón del TC: Ángel Lo Valvo.

A Rosendo Hernández le correspondió el número 12 y se prendió en la lucha con una máquina que mostraba líneas de un sedán de calle, quizá poco atractivo para quienes esperaban ver un perfil más aerodinámico, pero el Ford del puntano caminaba, y mucho.

LAS ETAPAS

La primera etapa del Gran Premio, unió la ciudad de Buenos Aires con la capital mendocina, y fue ganada por Ernesto Petrini, conocido por el apodo “Tony”, quien era un destacado volante porteño, nacido en 1919, vale decir que era cuatro años menor que Rosendo.

El segundo segmento de carrera se desarrolló entre Mendoza y la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, la cual fue la más corta de la prueba, aunque superaba los ochocientos kilómetros de recorrido, y fue ganada por Juan Gálvez.

La tercera y última etapa demandó un extenso recorrido desde Catamarca hasta la Capital Federal, la cual fue ganada por Rosendo Hernández

MÍNIMA DIFERENCIA

La suma general de tiempos empleados, determinó que Rosendo Hernández era el ganador absoluto de la maratónica prueba, habiendo empleado un tiempo neto total de 33 horas, 20 minutos y 1 segundo, pero superando a quien arribó en el segundo puesto en las posiciones generales, Juan Gálvez, por solo 31 segundos, diferencia que quedó en la historia como la mínima registrada entre primero y segundo en una carrera de más de cuatro mil kilómetros.

La victoria le permitió sumar muchos puntos que, si bien no alcanzaron para discutirle el título a Juan Gálvez, lo ubicaron en el tercer puesto final en la temporada, lo que resultó otro éxito muy celebrado por su gente.

INOLVIDABLE

El Gran Premio de 1952 fue su última gran actuación, pero constituyó un éxito que la provincia de San Luis no olvidó jamás. Tal es así que en noviembre de 2002 y al cumplirse 50 años de aquella carrera, la Secretaría de Turismo y Deporte del gobierno puntano, conjuntamente con la Asociación Turismo Carretera del Ayer, organizó una serie de homenajes, festejos y conferencias durante tres días, evocando la figura de Rosendo Hernández, quien había fallecido en San Luis, el 11 de julio de 1980.

EL AUTO

El Ford con que ganara el Gran Premio fue llevado para exhibirlo, al moderno estadio puntano: “Juan Gilberto Funes” y solo ha transitado las calles para ocasiones especiales. Una de ellas aconteció el 14 de abril de 2005, y fue la ceremonia de casamiento del reconocido golfista internacional puntano Rafita Echenique, en el que la gloriosa máquina del inolvidable “gallego” Hernández, tuvo a su cargo la honrosa tarea de trasladar a la novia, Marina Nancy Peluccio, hasta la Iglesia, siendo conducida nada menos que por Ángel Rubén Monguzzi, para luego quedar en manos de Echenique, quien la condujo hasta el Golf Club San Luis donde estaba montada la carpa en la que se desarrolló la fiesta.

También es justo mencionar que, en los links del mencionado Golf Club, se llevó a cabo ese mismo día, un torneo que fue denominado: “Rosendo Hernández” como un homenaje más a una de las glorias deportivas de la provincia de San Luis y que dejó su nombre grabado a fuego en la historia del automovilismo argentino.

EL ÍDOLO

Rosendo Hernández no solo ha sido uno de los deportistas más queridos y populares de la provincia de San Luis, sino que su popularidad es solo comparable con la alcanzada por el inolvidable astro del boxeo, José María Gatica, de quien resultó contemporáneo.

Gatica y Hernández se convirtieron en reconocidos embajadores deportivos de la tierra cuyana que los vio nacer, más allá de las diferencias de conducta entre ambos, cuya aclaración no se considera necesaria por resultar absolutamente obvia; constituyendo una dupla de ídolos a la que con los años se integraría el querido futbolista Juan Gilberto Funes, formando una trilogía que llena de orgullo a los puntanos.

Roberto F. Rodríguez.

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Agropecuario y San Martín no se sacaron diferencias

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Pobre igualdad en Carlos Casares entre el Sojero y el Ciruja.

Agropecuario no le pudo meter presión a Almirante tras el 0-0 ante el Santo de Tucumán en el pobre partido jugado el pasado sábado en la vecina ciudad de Carlos Casares.

El Sojero tenía la chance de ganar y meter en aprietos a Almirante Brown, pero no aprovechó la oportunidad, igualó frente a San Martín de Tucumán como local y sigue siendo el escolta de la Zona A. El Santo continúa con su andar irregular y todavía no arrancó en este 2023. Fuente: Diario Deportivo Olé.

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Ciclismo: se realizó la competencia nocturna en el óvalo local

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Hubo muy buena respuesta de pedalistas en el circuito Eustaquio “Quito” Carabajal.

El pasado día sábado a la noche se realizó el festival de ciclismo en la pista Eustaquio “Quito” Carabajal, arrojando los siguientes resultados.

Clasificaciones 25/03

Mayores / menores

1) Ceres Martín

2) Latigan Guillermo

3) Cartasso Edgardo

4) Campot Alberto

5) Morales Silvio

6) Carrera Maximiliano

7) Pallero Damián

Master D/E

1) Damico

2) Del Valle

3) Cueli

4) Ridella

Master C

1) Ramseyer Wilson

2) Ledesma

3) Sosa

4) Núñez

5) Lobosco Javier

Damas

1) Tocha Mayra

2) Tocha Eliana

3) Bialas Lidia

4) Perez Daiana

5) Navarro Martina

Elite/ Master A/B / Juveniles.

1) Pçerez Leonardo

2) Lobosco

3) Barriendo Julián

4) Novgorosky Franco

5) Zaratiegui Santiago

6) Tocha Yonatan

7) Navarro.

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Ciudad de Bolívar cayó ante Independiente en la Copa Argentina

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“El Rojo” de Avellaneda se impuso por 3 a 0 y avanzó a la próxima instancia.

En un partido histórico, Ciudad de Bolívar debutó en la Copa Argentina y por los 32avos. se midió el domingo a la tarde con Independiente de Avellaneda en el Estadio Único de La Plata.

No se dio el milagro. El Celeste cayó por tres a cero. El Rojo no llegaba bien a este partido; con una camiseta “pesada” pero un plantel repleto de juveniles y un técnico interino al frente del grupo, hacía pensar que no se trataría del gran rival que pudo ser en otras situaciones. Sin embargo, la diferencia de jerarquía igualmente quedó en evidencia y además el propio Ciudad, al quedar con un jugador menos en el arranque del segundo tiempo, hizo más cuesta arriba este desafío.

A los 15 minutos del primer tiempo, Martín Cauteruccio culminó con un  pase a la red una jugada de contragolpe de Independiente, nacida en un córner a favor de Ciudad, un rechazo del propio Nº 9 en su área y un mal despeje de Aguerre.

Hasta entonces Ciudad había estado algo dubitativo, imaginamos nervioso por las particularidades de este choque. Paradójicamente, después de estar 0-1 abajo el equipo pareció acomodarse en la cancha y el trámite del partido se hizo un poco más equilibrado. De todas maneras, solamente “Coco” Roldán aparecía como su herramienta generadora de juego, y aunque buscó por diferentes sectores, los avances celestes se hicieron previsibles e Independiente lo controló sin mayores problemas. Sólo a los 35 contamos una chance para Ciudad: un centro de Roldán que Urquijo alcanzó a desviar y casi se le mete por el segundo palo al arquero Rey.

Con Juanito Cázares en la conducción, Vallejo desbordando siempre por el sector del colombiano Valencia, Cauteruccio siendo importante en las dos áreas, al Rojo le bastaron algunos pasajes del partido, algunas sociedades, para justificar al menos la mínima diferencia en el marcador.

MUCHOS CAMBIOS Y UNA RÁPIDA EXPULSIÓN

En el inicio del complemento el “Indio” Ortiz metió tres modificaciones. Entró el goleador Troncoso y otro de interesantes aportes como Olivera, pero se fue “la manija”, Roldán, y para colmo el goleador histórico se hizo expulsar por un codazo a los 8 minutos y se le complicó todo aún más a Ciudad.

Con el paso de los minutos fueron sumándose variantes en los dos equipos. Mientras Ciudad no se resignó a entregar la pelota y buscó con los medios que disponía el área rival, Independiente fue haciéndose aún más dueño del partido. Marcone se erigió como la figura del mediocampo, a la vez que Yery intentaba asumir la conducción de Ciudad ante la ausencia de Roldán.

Poco a poco fueron produciéndose avances del Rojo. A los 12 se lo perdió Cauteruccio y a los 15 lo tuvo Vallejo, hasta que a los 20 se sentenció la historia con el dos a cero. En otra acción con Cazares como protagonista, luego de que Valencia tomara la lanza y perdiera una pelota en el mediocampo, fue Vallejo el que quedó cara a cara en soledad con el arquero Cavallotti y marcó el rumbo definitivo del encuentro.

Amor propio y actitud no le faltaron a Ciudad, pero con la suerte echada, los pibes de Independiente se afianzaron en la cancha y gran parte del segundo tiempo estuvo de más.

Ya a los 43, uno de los ingresados en el complemento, Matías Giménez, pescó un envío hacia el área de Cavallotti y estableció el tres a cero.

No se dio el milagro, no corrió riesgo nunca el triunfo y la clasificación de Independiente, que espantó sus fantasmas y sacó adelante un partido que le resultaba “incómodo” por su situación en estos días. Aunque superó a un rival de otra categoría, la victoria fue muy celebrada por el plantel y el numeroso público que fue a alentarlo a La Plata, aportándole un marco más que significativo a este encuentro tan significativo para Bolívar.

Para Ciudad fue un partido que dejó un sabor agridulce. Consciente de la camiseta a la que se enfrentaba, la derrota no debe significarle un paso atrás sino una experiencia para aprovechar en su camino recién iniciado en el Federal A. Si “Coco” Roldán vuelve a incidir en el juego como lo hizo ayer, será una de las figuras del Federal A que acaba de comenzar. Ortiz tiene un buen equipo para la categoría a la que pertenece. Jugó un encuentro para la anécdota y desde ahora debe pensar en lo que tiene por delante.

Fuente: La Mañana de Bolívar.

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