martes 16 de abril de 2024 - Edición Nº1555

Sociedad | 4 abr 2020

El recuerdo de una conmemoración que el tiempo pareció llevarse para siempre


El tema principal de estos tiempos, tan recurrente como importante, no escapa a nadie y es tratado por todos los medios periodísticos, tanto gráficos, orales o televisivos, porque es la manera de mantenernos informados dentro de la nueva rutina diaria que nos ha obligado a cambiar muchas de nuestras costumbres en aras del bien común. Sin embargo, ese inmenso caudal de información monotemática se vio interrumpido por momentos el pasado jueves cuando se cumplieron 38 años del desembarco de tropas militares argentinas que se apoderaron de las Islas Malvinas, recuperándolas para nuestra querida nación. De allí que todos los 2 de abril se celebra el denominado: “Día de los veteranos y de los caídos en la guerra de las Malvinas”, ocurrida en el otoño de 1982. Lo que vino en los días posteriores a aquella patriada en territorio austral resultó altamente conmovedor pero no puedo dejar de considerar que ha sido mucho más doloroso que conocido, porque muchas cosas quedaron guardadas sin espacio para su difusión, lo cual no quita heroicidad a la gesta ni mucho menos. Un conflicto que muchos nombran como: “La guerra contra los ingleses”. Entonces recordé cuando de niño me contaban cómo les habíamos ganado a los ingleses en dos ocasiones que intentaron invadir territorio que hoy es nuestro. Dos invasiones ocurridas en 1806 y 1807, cuando Buenos Aires era todavía la capital del Virreynato del Río de la Plata, cuyo mapa abarcaba un vasto territorio del sur continental americano que los españoles habían anexado a su corona. Tengo vagos recuerdos de mis primeros años de escolar, cuando se celebraba el “Día de la Reconquista”, es decir el día en el que las tropas virreinales, con muchos hombres nacidos en lo que hoy es nuestro país y al mando de un marino francés que combatía en tierra, derrotaron a invasores británicos que, un mes antes, se habían apoderado de Buenos Aires y gobernaban para otra corona, la del Reino Unido. Cuando llegaba ese día, que no era feriado, la maestra aludía al tema y recuerdo haber hecho un dibujo en mi cuaderno sobre esa gloriosa jornada para la monarquía española. Un dibujo donde había dos militares de pie. Uno de ellos era el vencedor, el capitán Santiago de Liniers, de casaca azul y pantalón blanco, con una larga y gris cabellera recogida que hoy lo dibujaría como parecido al mago Lucius Malfoy de la zaga Harry Potter. El otro, William Carr Beresford, el vencido, luciendo uniforme rojo y una figura que me recordaba al actor Emilio Vidal, tan presente en el cine nacional de los ‘70, dado la imagen que tenía del inglés era la de un hombre de baja estatura, robusto y calvo. Naturalmente es el dibujo de un niño y, de hecho, no serviría como identikit o algo parecido, porque en realidad no se sabe bien si son Liniers y Beresford, el Gordo y el Flaco, o Abbott y Costello. Pero con buena voluntad, y la maestra la tenía al por mayor, mi humilde ilustración fue aceptada. Charlando sobre el tema con amigos que andamos muy por arriba de los 50 abriles que no volverán, no recuerdan actos celebrados en la escuela por el “Día de la Reconquista”. Y yo no lo puedo asegurar, pero tengo recuerdos como para aferrarme a la creencia que sí hubo actos y que, como cantara el Indio Solari: “…no lo soñé, iéee – eeeh”. En consecuencia y no habiendo hallado interlocutor válido que me ayudara a salir de lo que empezaba a ser una duda, recurrí a la fuente oficial: el calendario escolar. Claro que ello sufrió modificaciones a través de los años, incluyendo, en consonancia con la política educativa de su momento y sin dejar de incluir a todos los actos solemnes de rigor, ciertas celebraciones y conmemoraciones de hechos y figuras de la historia argentina que no siempre estaban en dichos calendarios. Por eso empecé por el principio y me fui directamente al año 1969, cuando me incorporé a primer grado de educación primaria en la Escuela nº 2 “Domingo Faustino Sarmiento”. Una vez que logré acceder a la documentación, me encontré con que, debidamente aprobado por resolución oficial quedó establecido que, a partir del 10 de marzo de 1969 entraba el vigencia en nuevo Calendario Escolar Único, el cual, en su artículo 4º sobre actos y celebraciones, expresaba en el punto 2: “Tendrán carácter de Celebraciones, las siguientes fechas: “… 12 de agosto (La Reconquista y Defensa de Buenos Aires. 1806 – 1807)…” Indicando más adelante: “Estos actos se realizarán en la primera hora de clase de cada turno. En los casos en que la fecha corresponda a un día inhábil, feriado o de asueto, el acto tendrá lugar el día hábil anterior. Consistirá en: 1.) Presentación de la Bandera de Ceremonia; 2.) Himno Nacional Argentino; 3.) Discurso de un miembro del personal, directivo o docente; 4.) Marcha del cancionero escolar (optativo), y 5.) Retiro de la Bandera de ceremonia con marcha patriótica. Esta conmemoración, también está incluida en el Calendario Escolar Único correspondiente al año 1975, es decir cuando cursé séptimo grado y egresé, lo que significa que desde el comienzo hasta el final de mis estudios primarios, debí haber asistido a varias celebraciones del llamado: “Día de la Reconquista”. ¿Por qué parece haberse borrado esos actos de la memoria colectiva? No lo sé. Confío en que algunos tendrán recuerdos sobre el particular. Porque también hay detalles interesantes que van más allá de celebrar la victoria en nuestra tierra de un francés que venció a los ingleses a favor de los españoles. Y era curioso porque el 25 de mayo nos llevaban al acto y nos decían, todos los años, que ese día lluvioso de 1810 nació nuestra patria. Y cuando llegaba agosto nos decían que el 12 de agosto era fecha patria por la reconquista de Buenos Aires ante los invasores británicos, ocurrida en 1806. Pero ¿Cómo? ¿No era que la patria nació en 1810? ¿Corresponde titular de fecha patria al 12 de agosto por aquella recuperación territorial ocurrida 4 años antes de nuestro nacimiento? Algo no estaba bien. Yo me hice a la idea que Beresford era malo y Liniers bueno. Después supe que Beresford apareció en una guerra europea al mando de un ejército español, entre cuyos oficiales de mayor prestigio estaba el joven José de San Martín, nuestro –por entonces– futuro padre de la patria. Beresford había invadido Buenos Aires, derrocado al gobierno español del Virreynato y adueñado de las arcas estatales, pero luego fue vencido y encarcelado por su vencedor, Liniers. Sin embargo apareció después en España, luchando para los que habían sido sus enemigos y con San Martín a su lado. Liniers, en cambio, de un oscuro, castigado y empobrecido marino devenido en gobernador de las Misiones, había retornado a Buenos Aires sin pena ni gloria pero la vida le había dado revancha y tuvo su día inolvidable aquel 12 de agosto de 1806. Su prestigio creció de manera exponencial siendo luego Virrey de Buenos Aires entre 1807 y 1809, pero finalmente y bajo el cargo de traidor a la patria, fue fusilado en tierras cordobesas junto a otros considerados insurrectos en agosto de 1810. Calcularán los lectores que aquellas primeras apreciaciones mías de niño sobre quién era el bueno y quien el malo, comenzaron a ponerse en duda. Y siguen así. Cuando visité la residencia de Liniers en Alta Gracia con mis compañeros de secundaria durante el viaje de egresados (en esos años llamado viaje de estudios), me enteré de algunos puntos en su favor y, por otro lado, supe que Beresford, que había escapado de aquí con ayuda de autoridades, tras pelear para España contra Napoleón y ayudar a San Martín a retornar al país para poner en marcha el plan libertador de la América, se había unido a los portugueses, trasladado a Brasil e iniciado la invasión de la Banda Oriental (hoy Uruguay) que era territorio nuestro, derrotando a las tropas de Artigas. Estaba en su naturaleza. Entonces ¿Liniers o Beresford? O mejor ninguno de los dos. Pero están en la historia y no podemos soslayar su presencia, aunque si vamos a enseñar sobre ellos debería contarse la historia completa. ¿Corresponde entonces conmemorar el día de la reconquista de Buenos Aires? ¿Estuvo mal haberlo conmemorado alguna vez? No lo sé. Pero lo hicimos y me acuerdo de ello (tengo un dibujo como prueba), aunque algunos lo hayan olvidado. ¡Feliz fin de semana! Roberto F. Rodríguez.
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