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Deportes | 24 jul 2020

El relato de Franco Davín sobre el coronavirus: "Sentí que me moría"


El pehuajense Franco Davín, recuperado de Coronavirus, habló sobre su experiencia al contraer la enfermedad. “Sentí que me moría”, aseguró a nuestros colegas de La Nación, en una extensa nota, de la que NOTICIAS extrajo algunos conceptos. “Es deportista desde chico, del momento en el que empuñó una raqueta de tenis en Estudiantes Unidos, un club centenario de Pehuajó. Compitió en alto nivel y fue 30 del mundo en 1990. Tiene 50 años. No padece sobrepeso. Y nunca había tenido problemas severos de salud. Pero Franco Davín, que como entrenador logró dos trofeos de Grand Slam con jugadores argentinos (Roland Garros 2004 con Gastón Gaudio y el US Open 2009 con Juan Martín del Potro) y está radicado en Key Biscayne desde hace cinco años, fue uno de los casi 4.000.000 de infectados de coronavirus en los Estados Unidos. La pasó realmente mal durante varios días: le faltó el oxígeno y temió lo peor. Ya repuesto y a pocas horas de recibir el tranquilizador "resultado negativo", Davín relató su experiencia, en primera persona. "A fines de junio venía trabajando mucho en la cancha, durante muchas horas; en esta época en Miami hace calor. Y un día empecé a sentir la sensación de estar insolado. Pensé: 'Voy a tener que parar un día, salir del calor'. Justo tengo un día que tenía que hacer algo afuera de la cancha y lo tomé como una jornada sin tanto sol. Al otro día hice el trabajo normal y empecé a sentirme cansado. Esa tarde me quedé en casa y al otro día a la mañana me hice el test. Eso fue el jueves 25. Me sentí muy mal, como si tuviera una gripe fuerte, con ese dolor de cuerpo, que ya no te querés levantar. El test, normalmente, acá te lo dan a las 48 o 72 horas y justo coincidió con el fin de semana. Entonces estuve desde el jueves hasta el lunes sin el resultado. Pero me daba la sensación de que podía ser una gripe", rememoró Davín, ya con la voz regenerada y resabios de tos. VIAJES Y REGRESO A ESTADOS UNIDOS Davín, como parte de "la familia del tenis", viaja toda la temporada. Comenzó 2020 en Australia, luego viajó a Nueva York y en febrero estuvo en Acapulco, siempre como entrenador del británico Kyle Edmund (44°), su pupilo desde fines de 2019. Cuando volvió a Miami desde México compartió espacios con turistas italianos en el aeropuerto, a las horas se sintió engripado y pensó que podía haberse contagiado de Covid-19, pero se repuso pronto. Luego llegó la cancelación del circuito y se aisló en su casa, junto con su familia. SU LUCHA CONTRA EL COVID-19 "Empezamos un poquito antes la cuarentena en casa por el tema de Nacho, mi segundo hijo, que tiene Síndrome de Down y tiene un riesgo mayor -explicó Davín-. Me daba la sensación de que Miami podía ser parecido a Nueva York (en cuanto a cantidad de contagiados), porque es un lugar en el que pasa mucha gente. Pero no pasó. Después se empezó a abrir, a jugarse al tenis y a hacer vida normal. Yo trabajo con muchos chicos de 18, 20, 22 años, que aparentemente son los asintomáticos y los que están trasladando el virus. En el momento que me fui a hacer el test llamé a todas las personas con las que había estado y ninguno tuvo síntomas ni el virus. Por eso también me dio la sensación de que no lo tenía. Pero ese fin de semana empecé a sentir pérdida del gusto y olfato. Ahí ya me estaba sintiendo un poco mejor físicamente, pero al cuarto o quinto día me empezó la tos y la falta de aire. Eso es lo peor. En mí situación fue lo que más me desesperaba porque lees todo lo que pasa. Tengo amigos italianos que me decían una cosa, los españoles me decían otra. Me vino muy bien tener el medidor de saturación de oxígeno. El médico me decía que me controlara, porque si saturaba menos de lo indicado me tenía que ir al hospital". EL AISLAMIENTO -¿Cómo fue el período de aislamiento? -Automáticamente a los chicos los aislamos y me quedé con Mariana, mi mujer. Ella pasándome por la puerta la comida y teniendo los cuidados. El peor momento fue el de la falta de aire, porque no sabés hasta dónde llega. Estaba al límite con el número del saturador. A la noche te empezás a desesperar un poco. La vi fea, la pasé mal y sentís que te morís, que falta... Vas leyendo lo de los días y es tal cual. También tengo un amigo que es médico, Miguel Castelán, y hablaba con él. Era difícil porque yo no estaba tomando nada, entonces no sabés si estás haciendo bien o no. Hay muchas opiniones diferentes. -¿No tomaste ninguna medicación? -Solamente Paracetamol o cosas para bajar la fiebre. Y así la fui llevando. Son tres o cuatro días difíciles. Después, yo empecé a sentirme bien y el médico me dijo que podía haber días que no fuera todo hacia arriba y eso me pasó: fui para atrás y me asusté por el simple hecho de que no sabés hasta dónde llega. Estaba dentro del octavo, noveno, décimo día, que dicen que son bastante críticos. Si me seguía sintiendo mal me tenía que ir a internar, entonces estaba al límite. Me quedé aislado en mi casa. Mi familia se hizo el test enseguida y dieron todos negativo, eso estuvo bueno. Cuando pasás el día doce o trece, es otra cosa, porque empezás a sentirte mejor y ves como que está quedando atrás. Pero hay tres o cuatro días, en mi caso particular, que la pasé muy mal. Los síntomas los tuve todos, como los de una gripe fuerte, con dolor de ojos atrás. Después, uno de los médicos me dijo que hacía muy bien caminar, porque como te quedás mucho tiempo en la cama, el moverme me empezó a hacer sentir mejor; tenía calculados los pasos adentro del cuarto. No es fácil; en mi caso no fue fácil. -¿Sospechás cómo te contagiaste? -Yo no estaba usando mucho el barbijo. Ya había perdido un poco el miedo. Entonces, como estás en la cancha, transpirás, mucho calor. Y prácticamente en ese ámbito no se estaba usando. Tampoco sabés cómo sucede. Puede ser por alguien que se sube a tu auto: acá en muchos lugares te lo estacionan. No lo sé, sinceramente no lo sé. -¿También perdiste el apetito? -Sí, al principio sí, por eso bajé mucho de peso. Después no, ya empecé a comer. Después, perdí el gusto: me tomaba un vaso de vinagre y era como tomar agua. Además, olés el perfume y nada, nada. eso me duró dos o tres días. -Debe ser muy complicado el desgaste mental, ¿no? -Sí, más que a la noche, la falta de aire se intensifica un poco. Y por ahí te pusiste en una posición incómoda y ya te falta el aire en un momento normal, imagínate en una situación así. Entonces creés que va empeorando, enseguida agarrás el saturador, empeorás y por momentos estaba al último número que me había dado el médico. Ya estaba para irme al hospital. -¿Cómo fue la comunicación y el reencuentro con tus hijos? -Ellos estaban al tanto de todo. De hecho, Nacho me preguntaba: 'Papá, virus, papá, virus. ¿Cómo te dio el test?'. Cuando yo me sentí bien, ya estaba: te comunicás por videos y llamadas. En ese sentido, ningún problema. Obviamente Juana [tiene 18 años] es muy responsable, se cuidó ella y a Nacho. -Como entrenador solés mostrarte frío y sin exteriorizar lo que sentís. ¿Tener el virus te sensibilizó un poco? -Sí, sentís. Te digo lo que sentía: que me moría. Que estaba a cuatro días de ir para un lado o para el otro. Todo lo que leía y lo que había pasado me llevaba a pensar que estaba dentro de la franja de los que se mueren o no. Y era cuestión de días. Entonces, se te cruzan un millón de cosas. Esto es algo mundial. Te toca o no te toca. Me dio la sensación de que me había agarrado fuerte y por más que me consideraba una persona sana, que vengo del deporte, sentía que me había tocado. Estaba al límite. Nunca me había sentido así. Es muy difícil llegar a eso. Son muy poquitos días que pasás de estar bien a estar entubado, y ahí no sabés qué puede pasar. Entonces, la pasás mal de pensar si se va a ir agravando. ¿Cómo sabés cuál es el límite? Además, al saber el resultado al quinto día, me dio la sensación de que algunas cosas ya eran tarde. Amigos italianos me decían: 'No, tenías que empezar enseguida'. Y la cabeza no es fácil de controlarla. “TENGO FAMILIA EN ARGENTINA Y SE QUE ESTÁ DIFÍCIL” -¿Cómo te manejás hoy, con los rebrotes en distintos lugares y la incertidumbre de tener a tu padre en la Argentina? -Hoy todo el mundo está expuesto. Lo que me da mucha tristeza es pensar en la gente que necesita ir a trabajar, que no tiene plata para darle a su familia. Es lo que más me duele. La gente que no tiene para comer, que está desesperada y perdiendo sus cosas después de tanto trabajo, que tiene los hijos en la mesa que te miran con cara como diciendo: '¿Qué está pasando?'. Eso es difícil. Tengo familia en Argentina y sé que está difícil, que hay que cuidarse, pero demasiados consejos no puedo dar habiéndome contagiado. Acá hubo un rebrote. La gente se confió, nos confiamos todos en que ya estaba un poco más controlado”; apuntó Franco entre otras cosas. Por: Sebastián Torok para La Nación.
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