jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1564

Sociedad | 1 nov 2020

Recuerdos de importantes avances de la cirugía en Pehuajó


Cuando octubre de 1976 llegaba su fin, NOTICIAS, daba cuenta de una intervención quirúrgica llevada a cabo en el hospital de nuestra ciudad. A seis columnas, dada su importancia, nuestro matutino tituló: “Un nuevo marcapasos fue instalado directamente en el corazón de un paciente, en el hospital zonal Dr. Juan Carlos Arámburu”, ampliando, a renglón seguido: “El paciente de 67 años, vecino de Juan José Paso, será dado de alta en la fecha”. Así aparecía en la primera plana de la edición del día 30 de aquel mes y año, desarrollándose, en el interior de la nota, una entrevista al reconocido profesional de quién dependía el equipo de trabajo: Dr. Samuel Steinberg. Un marcapasos es un dispositivo electrónico que se emplea para estimular el funcionamiento del corazón humano a través de impulsos eléctricos, cuya aparición constituyó todo un adelanto de elevada importancia pero, afortunadamente, el avance tecnológico no se ha detenido. En este nuevo milenio ya se ha hablado de marcapasos inalámbricos en miniatura destinados a ser instalados en el corazón a través de los vasos sanguíneos, llevando a ese tipo de cirugía cardíaca a lo menos traumático posible. Pero en relación a aquella importante noticia, debemos ubicarnos en tiempo y recordar lo que acontecía hace más de cuatro décadas atrás, cuando el marcapasos era un aparato del tamaño de un reloj tradicional, que funcionaba con una pila especial y que, unido a dos cables con puntas en forma de tirabuzón que se incrustaban directamente en el músculo del corazón, transmitía, mediante cierta descarga de electricidad, impulsos directos sobre el órgano de referencias, ayudándolo a mantener un funcionamiento adecuado. Sobre el particular, en aquel momento, el Dr. Steinberg, indicó a NOTICIAS que el equipo que llevó a cabo tan significativa intervención quirúrgica estuvo compuesto por un cirujano, tres cardiólogos, un médico atendiendo el sistema de monitoreo, un anestesista y una instrumentadora, todos profesionales pehuajenses, señalando la importancia que había tenido el realizar, en el citado hospital local, una intervención que no se realizaba en toda la zona, la cual fue posible –expresó el facultativo– porque “Pehuajó cuenta con un grupo de médicos y técnicos que en mérito a su grado de capacitación pueden llegar a concretar hechos o acontecimientos de la significación como el que nos ocupa.” Por último, y al recordar que en los últimos meses se habían instalado varios marcapasos nuevos y que todos los pacientes se encontraban en perfecto estado, el Dr. Steimberg expresó: “Lamentablemente la labor médica local no cuenta en ningún momento con el valioso apoyo de la divulgación. Nosotros creemos que esta información científica es necesaria, humana y noble, y tiene que ser difundida con amplitud, porque entendemos, sin ninguna duda, que es un elemento más de la educación sanitaria.” Como cierre de la nota, NOTICIAS dejaba en claro lo siguiente: “Al tratar de dar forma periodística a esta nota, arribamos a dos conclusiones. Una de ellas nos dice que Pehuajó cuenta con un grupo de profesionales de indudable capacidad, a los que es necesario facilitarles los instrumentos y recursos que posibiliten una cada vez mayor eficiencia en el ejercicio de la profesión. La otra conclusión a la que arribamos es que se deben arbitrar los medios que correspondan para que el esfuerzo mancomunado de autoridades, instituciones y profesionales, posibilite la provisión, para el Hospital Zonal “Dr. Juan Carlos Arámburu”, de mayores y mejores elementos científicos.” El hecho cobró difusión y traspasó nuestros límites distritales trascendiendo mucho más allá de lo esperado, pero aunque la noticia era muy importante, no era algo nuevo en Pehuajó, dado que en la edición del 1º de diciembre de 1971, aparecía en nuestras páginas, un excelente artículo del Dr. Raúl Alejandro Hansen, bajo título: “En Pehuajó un hombre con corazón a pila”. En dicho escrito, más allá de trazar una certera comparación entre la trascendencia que cobran, a través de la difusión por medios masivos, los logros científicos obtenidos en las grandes metrópolis, y la poca difusión que reciben los que se consiguen, quizá con mayor esfuerzo aún, en localidades del interior que, a la vista de los habitantes de las grandes urbes, resultan no ser más que pequeñas poblaciones; Hansen también se refería al encandilamiento ciudadano que lleva a sobrevalorar una cosa que está en la vidriera mayor y minimizar otra, de tanta o más importancia, solo por estar lejos de esa vidriera. En su artículo, más adelante, daba cuenta que: “En uno de los institutos asistenciales de Pehuajó, un equipo especializado ha colocado pilas al corazón de un hombre maduro asegurándole la vida y su actividad. Creo que todo Pehuajó y su zona tendrá interés en que se sepa tamaño progreso científico que, por ser de continuidad de otras tareas quirúrgicas sobre el vital órgano circulatorio, adquiere carácter de un episodio más, en frecuencia y en ascenso.” Queda claro después de repasar ambos artículos de NOTICIAS, publicados en 1971 y 1976, que Pehuajó estaba, respecto a demás ciudades de la región, a la vanguardia en materia quirúrgica, lo que constituía todo un orgullo para nuestra comunidad en general y para nuestros profesionales de la salud en particular. Y me parece algo notable que para los ’70 el nombre Pehuajó estuviera en lo alto en cuanto a los avances de la cirugía porque el solo hecho de pensar en mi experiencia de los ’60 me trae el penoso recuerdo de cuando un especialista que venía de Buenos Aires (no voy a mencionar su apellido) procedió a extirparme las amígdalas sin anestesia. ¡Brutal! Yo tendría unos 4 años, y todo fue tan traumático que esas imágenes quedaron grabadas a fuego en mi memoria. Recuerdo que fuimos varios los infantes sometidos a ese tipo de práctica como si fuera una especie de sección de simultáneas de ajedrez, en las que el jugador que da las simultáneas enfrenta a muchos rivales a la vez y va pasando frente a cada uno de ellos y hace su jugada en cada tablero. En este caso, la jugada era la misma: nos arrancaba las amígdalas de un tirón mientras nos mantenían inmovilizados. Ver venir a ese tipo, ataviado de blanco, con gorro metido hasta las orejas, anteojos de aumento, barbijo cubriéndole el resto del rostro, un tremendo espejo retrovisor circular al revés en la frente y blandiendo una especie de tenaza en su mano, era algo decididamente espeluznante, máxime cuando uno sabía que sería irremediablemente víctima de ese individuo. Pero así eran las cosas entonces. Claro que como lado bueno podemos mencionar que después de eso, podíamos tomar mate en la oscuridad de la noche y en medio de un frondoso bosque con el mismísimo Freddy Krueger sin que se nos moviera un pelo, porque la peor pesadilla ya la habíamos tenido. Sin embargo la historia no concluyó allí, porque unos cuantos meses después me enteré que, por esas cosas de la vida, debían volver a someterme a una intervención quirúrgica, en este caso, de adenoides, y creo que me encontraron cuando iba camino a pedir asilo en la embajada de Zaire, Surinam o la Guayana Francesa. Daba lo mismo. No obstante, debo reconocer que la nueva intervención, llevada a cabo por el Dr. Weber en el Sanatorio Pehuajó, resultó una maravilla. La ciencia estaba avanzando. Pude comprobarlo aun desde mi muy escaso entendimiento. Por eso hoy, cuando se han cumplido 44 años de aquella noticia que tanto significó para Pehuajó y estamos cerca de los 49 años de la otra noticia que también mencioné, aclaro que, sin dejar de sentirme orgulloso como pehuajense por tan trascendentes logros, no pude evitar traer recuerdos de imborrables momentos vividos en mi infancia preescolar, en los que pude dar fe de los avances que estaba experimentando la cirugía en la segunda mitad de los ’60. Espero, queridos lectores, sepan disculpar la personalización final del tema, pero reitero: no pude evitarlo. Quizá alguien recuerde haber pasado por algo similar y, seguramente, coincidirá conmigo. ¡Feliz fin de semana! Roberto F. Rodríguez.
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