viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº1558

Sociedad | 20 feb 2022

SOMOS MÚSICA 9 (Parte 1): ¡EN MARCHA!


Tal cual dijimos la semana pasada, hoy nos toca practicar. Lo único que necesitaremos es un calzado cómodo y los lentes de observar, esos de estar conscientes de lo que hacemos y, sin ningún prejuicio, mirar lo que va ocurriendo. Empezaremos nada más que con caminar, sin pensar ni observar aún. Caminemos. A lo largo del camino, ahora sí, vayamos observando cómo nuestro cuerpo se acomoda en el andar, claro es si no hay ninguna interrupción por delante, y, si miramos bien, notaremos la regularidad de nuestros pasos, ese continuo cambio de un pie a otro, ese andar casi mecánico que cada pierna hace en este paseo que nos va llevando sin más que eso: llevarnos. Pero ahora sí es el momento de la observación más consciente, de tener noción más clara de qué es aquello que hacemos sin pensar desde antes de tener uso de memoria: el simple hecho de caminar. Para eso es necesario que frenemos por completo y empecemos una vez más, desde la posición de parados. Estando parados juguemos a que los pies no van a moverse hasta que le demos la primera orden y así, también observemos qué hacemos en nuestra cabeza para que ello ocurra. Seamos conscientes de esa orden. (Interrumpo un momento… Puede ocurrir que nos demos cuenta que nunca hicimos algo parecido, que nunca nos detuvimos a pensar cómo es que funciona algo que el cuerpo hace naturalmente desde hace años y eso ya es, de por sí, un gran cambio de consciencia. Por eso es importante centrarse en lo que pasa por nuestra cabeza para hacer todo esto y así, descubrir cada vez más de estos secretos que nos hemos guardado a nosotros mismos desde pequeños.) Estamos parados, entonces, y a punto de dar nuestro primer paso iniciador de la caminata, lo cual es lo mismo decir que estamos en el primer momento de la regularidad de movimiento que luego queremos lograr y mantener. Si para esto podemos imaginarnos unos pasos antes de dar concretamente el primero, estaremos comprendiendo mucho más de qué se trata todo esto. Ya estamos caminando. Ahora es momento de ver qué pasa con cada pie, de sentir como descansa en el piso mientras el otro está en el aire, de ver cómo uno de los pies descansa o se afirma más que el otro -seguramente el que inició el andar, pero esto puede variar dependiendo de circunstancias que ya hablaremos- y también lo contrario, centrarse en el pie que está en el aire cada vez. En el medio de esta caminata consciente, probemos ahora obligarnos a “no pensar”, a volver a ese estado de caminata natural sin observaciones y después sí, más tarde, volver a reconocer esos movimientos conscientes hasta darlos por sabidos. Si pudimos observar bien, en la mitad del recorrido, ese “no pensado”, nos encontramos caminando como siempre lo hemos hecho, pero al volver a sentirlo más conscientemente notaremos que la regularidad buscada no se cambió. Si solo nos concentramos en caminar, y dejamos naturalmente que ello ocurra, es muy difícil que cambiemos de velocidad la marcha inconscientemente. Esa búsqueda de regularidad natural no es propia de un solo individuo. Es mucho más evidente y palpable cuando una muchedumbre marcha junta sin ninguna orden a seguir: a la salida de una cancha, en una manifestación, a la salida de un tren. Es tan palpable la natural regularidad que el grupo adquiere que son claramente visibles aquellas personas que tratan de empujar, o van más apurados o corriendo por un costado. Claramente ellos, no siguen la regularidad. Pero no son ellos el motivo de nuestra observación y sí lo es la común regularidad que nadie comandó y que todo el mundo siguió sin siquiera pensar, nada más dejarse llevar por el cuerpo y su coordinación grupal para lograr esa pequeña marcha que se ordena por sí sola. Volviendo a nuestro ejercicio, por hoy, dejaremos la práctica en esa observación del movimiento, en esa regularidad y adelantaremos algo muy importante: ver cómo todo se organiza en dos, en pares, en uno y otro, como primera mirada de lo que el cuerpo como instrumento del andar requiere. Continuaremos en las próximas notas con este estudio del movimiento que, como ya hemos visto, empieza con el primer paso, más en el aire que en el piso, más en la cabeza que en el propio cuerpo. Ampliaremos. Gustavo Joaquín Hernández  
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