jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº1564

Sociedad | 21 dic 2021

SOMOS MÚSICA 2: EL CUERPO, LO FÍSICO, LA INDIVIDUALIDAD


¿Y si somos Música? ¿Cómo podría ser posible que nuestra Humanidad, tan material, tan física, tan tosca a veces, pueda ser constituida por algo tan etéreo y sutil como la Música? Es que ella también, en la medida de lo que puede, tiene sus elementos corpóreos que la hacen posible en este plano material y para apreciar esto debemos empezar por observar su principal ingrediente: el sonido. El sonido puro, ese que genera todo lo que hay en música, es invisible, intangible, inasible y, todo aquel adjetivo que pueda describir una ilusión, es válido aquí. No podemos ver un sonido, no lo podemos tocar. Apenas podemos oírlo y no con todas las características que él posee ya que el oído humano es limitado para apreciar todas sus vibraciones, en toda su completitud. Y siendo el sonido tan sutil, tan liviano ¿cómo puedo encontrar similitud corpórea en su constitución para poder seguir pensando en la pregunta que nos tiene en vilo desde el principio? Tendremos que meternos dentro del sonido y buscar explicaciones allí. No hace falta ser un experto en música para hacer un sencillo experimento, pero sí, ser observador y dejarse llevar por lo que ocurra estando muy atento a lo que se vaya descubriendo. Se trata de cantar un sonido, cómodo, un simple sonido con cualquier vocal intentando sostenerlo en el tiempo lo más parejo posible hasta volver a respirar y repetirlo las veces que sean necesarias (puede cantarse el clásico Om de las meditaciones). El objetivo es ir escuchando qué otros sonidos aparecen mientras canto ese sonido único. Si no pueden hacerlo, no importa. Desde los tiempos de los griegos, al menos, el sonido ha sido estudiado y debemos tener en cuenta esta conclusión posterior a ese estudio: cuando un sonido suena, no suena un solo sonido. Suenan muchos más. Por supuesto, el principal, el que da origen tiene preponderancia, y por eso es el más sonoro y audible, pero junto con él suenan otros sonidos, aproximadamente quince, conformando entre todos ellos ese entramado corpóreo que le da categóricamente forma al sonido original en cuestión. Esos sonidos que acompañan y constituyen su cuerpo “físico” son los llamados armónicos y entre todos conforman el ADN del sonido y, por ende, de la Música. Tenemos entonces, hasta aquí, que el sonido, ese individual que percibimos como único, en realidad está conformado por otros sonidos más, muchos de ellos inaudibles en lo inmediato, pero presentes de todas formas. Claro, teniendo ese solo sonido, podemos quedarnos en él el tiempo que queramos, escuchando o sintiendo los sonidos escondidos, o al menos intentándolo y hallar así una sensación de quietud plena, comenzando poco a poco a apreciar el movimiento interno que se observa al reconocer y transitar los demás. Tenemos hasta aquí, una explicación inicial de cómo está constituido el sonido y como funciona su mecanismo interno que luego, se convertirá en manifestación sonora cuando comiencen las melodías a surcar el aire en movimiento. ¿Y dónde está la similitud con nuestro cuerpo humano entonces? Ahora, es un poco más evidente. Nuestro cuerpo, que a la vista de un tercero se ve como una unidad indisoluble, está constituido por numerosos elementos entre huesos, aparatos y extremidades, y eso solo contando las más grandes y obvias conformaciones del total. Porque de eso se trata, de entender cómo ese total del cuerpo humano está constituido por innumerable cantidad de partes y pequeños elementos, tal y como hemos descrito en el sonido. Y esto es solo el comienzo. El sonido, por sí solo, puede ser interesante de escuchar, puede ser valioso su encuentro y el regodearse en sus propiedades. El Ser Humano, también es interesante en cuanto individualidad, pero por más ermitaño que luego se convierta al crecer, desde el vamos es cobijado por otro cuerpo y al tiempo de nacer ya interactúa con otros de la misma especie, sin proponérselo. Y hasta ser ermitaño, de alguna manera, es elegir una manera de convivir con los demás. Lo mismo ocurre con el sonido. Solo, puede generar y sostener un momento. Con otros sonidos, comportándose con ellos, manifestando su movimiento e interacción, deja de ser solo sonido y da nacimiento a la más pura de las vidas: la Música.

Ampliaremos.

Esto recién empieza…

Gustavo Joaquín Hernández.

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