sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº1559

Sociedad | 30 ene 2021

Un campeón mundial en Pehuajó


Su acostumbrada manera de trepar al ring y la cerrada ovación que llegó desde todos los costados del recinto abierto, presagiaban un cierre espectacular para el festival que se estaba llevando a cabo en la noche del 27 de enero de 1967. Un feliz augurio que tenía un sustento sólido, porque nunca, un campeón mundial de boxeo, unánimemente reconocido y en poder de su corona, se había presentado anteriormente en Pehuajó. Por eso la aclamación popular. Apenas habían pasado casi siete semanas desde que el popular “Roquiño”, tal el apodo del distinguido campeón, había disputado una de las peleas más frenéticas, extensas y dramáticas de la historia de la categoría, defendiendo su corona con una ajustada, y hasta discutida pero legítima, victoria por puntos ante el notable mexicano Efrén “el Alacrán” Torres en el mítico Luna Park de Buenos Aires. Una memorable batalla que puso a prueba el impresionante temple del pequeño gigante argentino. ACCAVALLO Poco podría mencionarse sobre el ilustre campeón que no se haya escrito ni difundido todavía, pero corresponde repasar algunos datos: Accavallo nació el 14 de octubre de 1934 en Villa Diamante, partido de Lanús, y la historia lo ha rotulado respetuosamente como un verdadero “buscavidas”, puesto que realizó cuanto trabajo pudo para ganarse algún dinero. Fue lustrabotas, canillita, y hasta botellero y cartonero, llegando a revolver basurales en busca de algo que pudiera ser vendido. Sus naturales condiciones atléticas y su físico privilegiado le abrieron las puertas de los circos donde divirtió como payaso, asombró como faquir y deleitó con acrobacia aérea en los elevados trapecios, llegando incluso a hacer algunos asaltos de boxeo RACING CLUB Su amor por el Racing Club de Avellaneda lo llevó a probar suerte en las divisiones menores de la Academia, pero fue rechazado por su escasa estatura. Hábil, inteligente, veloz, zurdo y escurridizo, quizá hubiera sido un puntero letal o un diez iluminado, pero no tuvo chance. Entonces apuntó al boxeo, encaminándose a pasos firmes y decididos. BOXEADOR Realizó 90 peleas como amateur con una sola derrota ante José Pucia. Hizo su debut como profesional el 21 de septiembre de 1956 superando por abandono a Emilio Ávila en Buenos Aires. Tras contar 20 victorias y 2 empates en ese campo rentado en nuestro país, decidió marcharse a Italia para continuar su carrera. Allí sumó importantes victorias, una de ellas ante el local Salvatore Burruni que luego sería campeón mundial, y una sola derrota, la que le costó su condición de invicto al caer por puntos ante el citado Burruni en pelea revancha. Retornó al país y con la conducción y amistad del promotor Tito Lectoure, empezó la búsqueda de la corona mundial que hasta 1960 había estado en poder de Pascual Pérez. Poco a poco, con el Luna Park como testigo, construyó su campaña, logrando los títulos argentino y sudamericano, y derrotando en 1965 a su viejo conocido Burruni, pero cuando éste ya era campeón mundial en ese momento, lo que potenció sus chances mundialistas. CAMPEÓN MUNDIAL Con un frondoso palmarés de 73 peleas y una sola derrota, el primer día de marzo de 1966 tuvo su oportunidad por la corona máxima del peso mosca. No fue ante un campeón sino ante otro aspirante porque el título estaba vacante, siendo su rival el japonés Katsuyoshi Takayama, a quién venció por puntos en 15 asaltos en Tokio. Obligado a realizar su primera defensa ante el excampeón Hiroyuki Ebihara, también japonés, lo superó por puntos en Buenos Aires, en julio del mismo año. Tras un par de victorias ante rivales intrascendentes frente a quienes solo se jugaba el prestigio, llegó el turno de su segunda defensa del título y lo pusieron frente a quien terminó confirmando ser el más peligrosos de sus rivales: el mexicano Efrén Torres. EL ALACRÁN Nueve años menor que Horacio y con un récord de 49 victorias, 3 derrotas (dos ante el conocido Ebihara) y 1 empate, Torres, conocido como “el Alacrán”, daba claras muestras de ser, como indicaba su apodo, un rival muy peligroso y lo fue. El 10 de diciembre de 1966 se enfrentaron en el Luna Park y Torres dominó los primeros asaltos, lastimando al campeón y hasta derribándolo en el sexto round. Pero la caída para Accavallo constituyó el típico “click” que obró como interruptor y lo empujó a dejar la vida, si fuese necesario, con tal de remontar tan adverso combate. Y lo hizo. Vuelta a vuelta. Con coraje, técnica, decisión y muy buena cintura, pero, sobre todo, con inteligencia. No eran noqueadores y esa seguridad los mandó a jugarse. En cada round parecía que la pelea iba a terminarse, pero seguían golpeándose con una entrega conmovedora. El público rugía y finalmente, aunque con un ojo maltrecho y casi sin energías, Accavallo fue declarado vencedor por puntos en fallo unánime tras quince furiosos asaltos. NEGOCIOS Quizá era el momento de decir adiós al boxeo e irse por la puerta grande, pero estaba pendiente una revancha con Ebihara y, además, había una oferta de unos 20.000 dólares (mucho dinero en aquel momento) para que enfrentara en Tokio a la nueva esperanza japonesa, el invicto Kiyoshi Tanabe, en febrero de 1967, pero sin exponer el título. Aceptó porque, además de un gran boxeador, Accavallo era un hombre de negocios, pero las ocupaciones fuera del ring comenzaban a alejarlo del gimnasio y luego debía someterse a privaciones y sacrificios para que, a sus 32 años, pudiera dar el peso límite de la categoría, es decir: 50,800 kilogramos. LA VISITA A PEHUAJO Con la mira puesta en Tokio, el 27 de enero de 1967 se presentó en nuestra ciudad, siendo una figura consagrada, a quien NOTICIAS recibió con una nota en primera plana de la edición de esa fecha, titulada, a tres columnas, “Bienvenido Campeón” e ilustrada con una fotografía del visitante luciendo el cinturón ecuménico. La presencia de Accavallo formaba parte de un festival organizado en las instalaciones abiertas que el Club KDT tenía en la actual Plaza España, el cual estaba compuesto por cinco peleas entre aficionados y, como broche de oro, una exhibición entre el campeón mundial y el experimentado profesional Víctor Núñez, de extensa campaña en el exterior. EL FESTIVAL En la primera pelea se enfrentaron los debutantes locales, Carlos Tempio y Julio González, imponiéndose el primero de ellos por decisión de los jurados. Luego empataron Jorge Alburquerque (Pehuajó) y Luis “Mono” Bustabas (Chivilcoy), quien luego sería un reconocido profesional. En la pelea siguiente empataron el local Carlos Crivelli y Edelmiro Coronel (Bolívar), mientras que, en la cuarta pelea, Félix Badani (Pehuajó), superó por puntos a Alberto Fressina de Chivilcoy. PALLERO Mucha gente esperaba la presencia del gran crédito local, Héctor Pallero, quien siempre había protagonizado grandes peleas, más allá de los resultados. Pero esa noche no tuvo todas consigo en un combate de características muy particulares, habida cuenta que, en pleno fragor de la lucha, Pallero colocó un gancho a la zona hepática de su rival que pareció definir la pelea en su favor. Tal es así que el mismo Pallero lo creyó y dio un paso atrás, bajando totalmente la guardia, momento en que recibió una impresionante contra de su rival, el bolivarense Rubén Briasco, en pleno mentón y cayó sobre la lona. Se reincorporó muy sentido pero sus segundos arrojaron la toalla decretando el abandono. BROCHE DE ORO Culminados los combates programados, se llevó a cabo la convocante exhibición. Accavallo realizó un round de movimientos gimnásticos demostrando su notable destreza y estado atlético, para posteriormente realizar tres asaltos frente a Núñez que resultaron del agrado de toda la concurrencia. Así pasó Horacio Enrique Accavallo por Pehuajó, siendo el primero y el único campeón mundial de boxeo en poder de la corona, que realizó una exhibición sobre un ring pehuajense, dado que varios excampeones mundiales nos visitaron también y no todos argentinos, pero campeón vigente, solo Accavallo. ÚLTIMO TRAMO Lo que siguió también es conocido. Horacio enfrentó a Tanabe en Japón y perdió por decisión del médico que no lo dejó continuar debido a las heridas que presentaba, varias de ellas provocadas por cabezazos del japonés ante la pasividad del árbitro. No estaba en juego la corona, pero quedó en claro que, más allá del localismo japonés y las irregularidades, el final de Accavallo estaba muy cerca. Luego defendió su corona con éxito nuevamente ante Ebihara quien, es justo decirlo, tuvo como sparring al pehuajense Pallero. Incluso Accavallo llegó a realizar sesiones de entrenamiento enfrentando a otro pehuajense: Rafael “Cacharro” González, por entonces integrante del seleccionado argentino amateur. Cumplida su tercera defensa, Accavallo desistió de enfrentar al brasileño Manoel Severino y anunció su retiro definitivo del boxeo profesional, dejando un registro de 75 victorias, 2 derrotas y 6 empates, y siendo todavía campeón mundial. Un campeón mundial que honró Pehuajó con su presencia en una visita inolvidable.
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