miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº1563

Deportes | 19 mar 2022

Viveza porteña e instinto goleador


Visitó Pehuajó siendo cuando estaba a punto de debutar en primera y formar parte de la máxima categoría del fútbol argentino. Un delantero llamado a ser goleador pero que terminó siendo conocido también por ciertas actitudes dentro del campo de juego. Aun así, figura entre los grandes artilleros de la historia. CARONE Juan Carlos Carone, dado que de él se trata, nació el 18 de mayo de 1942 en Capital Federal, cuando sus padres habitaban una casa de calle Humboldt nº 753, en el barrio de Villa Crespo, siendo el único hijo de don Juan Carone y de doña Agustina Cánepa. EL FÚTBOL El fútbol lo apasionó desde muy chico como a tantos pibes, y con apenas diez años empezó a jugar para el club llamado Titanes de Belgrano que participaba en torneos para categorías infantiles. Pero luego jugó para el Olimpia de Villa Luro, destacándose en los certámenes donde se hacía presente. RIVER PLATE Sus condiciones no pasaron inadvertidas y aunque surgieron varias posibilidades, lo llevaron a probarse a River Plate. Las gestiones las realizó Juan Carlos Schneider, familiar de Carone, que integraba el plantel de tercera división de la institución del barrio de Núñez y el pibe no lo defraudó, quedando fichado para la novena. Pudo haber seguido en River pero no era tenido muy en cuenta como titular, dado que su delgadez parecía ser un serio obstáculo para actuar como centrodelantero, su puesto, por lo que se cansó de no tener continuidad y pidió el pase para Atlanta. BOHEMIO Carone vivía todavía en Villa Crespo, muy cerca de la cancha de Atlanta y, según cuentan, su casa era utilizada para guardar algunas banderas y bombos. Por eso su cercanía con el club al que se incorporó, con 15 años de edad, a la quinta división. Y allí se sintió a gusto. El propio Carone ha contado que participó de la prueba que le hicieron en Atlanta, al luego famoso Hugo Orlando Gatti, que había asistido con intenciones de incorporarse a la institución y el gran Pichino lo bombardeó a pelotazos. PICHINO Conocido como “Pichino”, debe este apodo a un italiano que alquilaba una habitación en aquella casa de Villa Crespo y que lo llamaba de esa manera porque, en aquellos años, Carone era un niño. Sin embargo, ese sobrenombre lo ha acompañado siempre. RESERVA Su ascenso en Atlanta fue firme y en 1960 lo consideraban en condiciones de debutar en primera cuando todavía no había cumplido sus 18 años, pero tuvo que esperar y siguió jugando en reserva, división con la visitaría Pehuajó en el otoño de 1962. En ese año la selección lugareña había formado un gran equipo con miras al campeonato argentino y necesitaba rivales de categoría para medir su verdadero nivel. Así fue que contrataron a Atlanta, para que, con un plantel conformado por jugadores de reserva y algunos de primera división, disputara dos partidos frente al seleccionado pehuajense. EN PEHUAJÓ Atlanta jugó dos encuentros en nuestra ciudad durante los días 25 y 26 de mayo de ese año frente al representativo local. Como ya hemos publicado en otra entrega de “Visitas Ilustres”, en el primero de los partidos, el bohemio aplastó a la selección albiceleste con un lapidario 7 a 1, pero la tarde de Carone sería la siguiente, cuando se disputó el segundo encuentro, siempre en Deportivo Argentino, donde actualmente se encuentra el conocido como Colegio Nacional, y siempre con el arbitraje del porteño Herrera. LOS EQUIPOS Raúl Debórtoli, “Bocha” Patiés y Hugo Borjas; Roberto Plaza, Humberto Drago y Felipe Santos; “Piraña” Aveldaño, “Garbanzo” García, Saúl Alcántara, Jorge Vitángeli y David Murugarren fue la formación local para el segundo partido, mientras que la visita lo hizo con: Hugo Orlando Gatti, Pellazini y Franco; Avalos, Campos y Carlos Cueto; Mauro, Juan Carlos Esteban Monge, Antonio Poggi, Juan Carlos Carone y Monteloni. GOLEADA Y ESCÁNDALO El ambiente no estaba calmo frente al nuevo compromiso. En la parcialidad local se había instalado que, en el partido del día anterior y con ayuda del árbitro, Atlanta había goleado a una selección alternativa del fútbol lugareño y no a la verdadera selección mayor que era la que ahora enfrentaría a los bohemios. Una selección en la que se habían depositado grandes esperanzas para el nuevo campeonato argentino. No obstante, Atlanta tenía sus méritos y había mostrado su potencial con muy buenos jugadores, como el caso del centrodelantero Antonio Poggi que, en la jornada anterior le había marcado 5 goles al conjunto local. Por eso se esperaba un gran partido, aunque no fue tal. GOLEADOR Con la experimentada y muy buena defensa pehuajense ocupándose de neutralizar a Poggi, quedó el camino abierto para Pichino Carone que, siendo netamente diestro, se ubicaba sobre la izquierda del ataque bohemio, aunque no tan hacia el extremo sino mirando hacia el corazón del área local. Así, con Poggi retrasándose por la marca que sufría, Carone empezó a meter diagonales, desarticulando la estructura defensiva y quedando a tiro de la definición, maniobras que le permitieron marcar cuatro goles. El restante lo hizo Mauro. Los ánimos estaban alterados y el 5 a 0 fue demasiado para parte de la parcialidad local que, cuando solo se habían jugado 15 minutos de la segunda etapa, reaccionó de muy mala manera y agredió al árbitro arrojándole naranjas y otros proyectiles, poniendo el peligro a todos los protagonistas, lo que obligó a la inmediata intervención policial para impedir mayores consecuencias, decretándose la finalización del juego. Un escándalo injustificado que puso un muy mal cierre a la visita del plantel bohemio a Pehuajó. DEBUT OFICIAL Apenas unos meses después, el 5 de agosto de 1962, Carone tuvo su oportunidad de debutar en la primera división de Atlanta en un partido oficial por el campeonato de AFA. Fue en La Plata frente a Gimnasia y el bohemio formó con: Hugo Gatti, también debutante, Clariá y Nuin, Vignale, Asprela y Bonczuk; Carone, Conde, Fernández, Poggi y Roque. Ganó el Lobo por 2 a 0 y aunque Gatti y Carone no jugaron en el siguiente compromiso, habían dado un paso importante y en poco tiempo serían titulares indiscutidos. A VÉLEZ En 1964, luego de haber jugado 44 partidos oficiales en Atlanta, en los que marcó 16 goles, fue transferido a Vélez Sarsfield donde alcanzaría el punto máximo de su fama. Ese año terminó segundo en la tabla de goleadores, a solo un gol del Bambino Veira, pero al año siguiente fue el goleador del torneo. Su popularidad fue en ascenso y en 1967 jugó cinco partidos en la selección nacional, marcando 2 goles. Para entonces, ya habían empezado a disputarse dos campeonatos oficiales de AFA por año (Metropolitano y Nacional) y para 1968 Vélez había reunido un plantel como pasar sacar de allí a un equipo campeón. Sin embargo, la rotura de su tendón de Aquiles, dejó a Carone fuera de la temporada por demasiado tiempo, aunque Vélez igual se llevó el campeonato Nacional de ese año. ÚLTIMO TRAMO Pichino dejó Vélez tras la temporada del ’69, con un registro de 146 partidos oficiales con la casaca de la V en el pecho, en lo que convirtió 76 goles. No obstante, cuando retornó tras aquella dura lesión, le costó recuperar el elevado nivel que había tenido. Inmediatamente pasó al Racing Club de Avellaneda, donde apenas jugó 10 partidos y marcó 3 goles, y actuó en sus últimos años de carrera en el fútbol mexicano. EL JUGADOR Flaco, fibroso y muy oportuno, Juan Carlos Carone, fue un delantero que no lució un amplio abanico de recursos técnicos ni podía esperarse de él una maniobra estéticamente impecable, porque lo suyo era el gol. Su lugar en el mundo era el corazón del área adversaria a donde llegaba para definir. Es cierto que, no teniendo demasiadas virtudes técnicas, se valía mucho de los descuidos en que podían caer los defensores rivales, pero no esperaba a que éstos se descuidaran, sino que iba directamente a molestarlos y provocarlos para sacarlos mentalmente del partido y crear el terreno propicio para el error del contrario producto de la desconcentración, la que trataba de lograr a cualquier precio, aun con actitudes antideportivas. Pero además contaba con grandes cualidades actorales y un “chamuyo” adecuado como para intentar convencer al árbitro de su inocencia. Por eso lo definieron como el típico porteño vivo, cargado de astucia y picardía puesta al servicio de obtener ventaja a como diera lugar y en cualquier situación. Una pesadilla para los arqueros y defensores rivales que también tomaban represalias y, algunas veces, Pichino cobraba en grande, pero ese era su estilo. Juan Carlos Carone fue un goleador que dejó su nombre grabado en las estadísticas del fútbol argentino y que, alguna vez, pasó por Pehuajó, dejando cuatro marcas en la red. Roberto F. Rodríguez.
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