miércoles 01 de mayo de 2024 - Edición Nº1570

Deportes | 5 oct 2022

A cien años del natalicio de un grande


Hace exactamente un siglo, en territorio bonaerense, nació una de las más notables figuras que dio el automovilismo deportivo argentino. Alguien que se inició en la mecánica nacional, pero su fama llegó de la mano de la Fórmula Uno Internacional. Su paso por el turismo carretera fue breve y fugaz como el vuelo de una saeta, pero su experiencia volcada a innovadores proyectos de los años ’60, resultó determinante. GONZÁLEZ José Froilán González, dado que de él se trata, nació el 5 de octubre de 1922 en un paraje llamado La Colonia, ubicado entre Arrecifes y Salto, en la provincia de Buenos Aires. Conocido como “Pepe”, pasó la infancia en el campo y lejos de los fierros y los talleres, pero el vínculo genealógico con su tío, el inolvidable Flaco Julio Pérez, encausó sus inquietudes, entusiasmo y predisposición para el esfuerzo hacia el automovilismo deportivo. INFANCIA Fue un niño inquieto y curioso, audaz y travieso, pero por sobre todas las cosas mostró un notable ingenio para darle forma a sus locas ideas. Cuentan que alguna vez y siendo muy pequeño, abordó su carrito construido con maderas de un barril y emprendió camino por el campo sin más tracción que la fuerza de su perro tirando del transporte. Sin embargo, la aventura no terminó bien, porque cuando el animal, que marchaba a toda velocidad, se encontró de frente con uno de los alambrados perimetrales de la zona de la vivienda, logró sortear el obstáculo en una muestra de notable destreza y velocidad de reacción, pero Pepe no y quedó incrustado contra la alambrada, sufriendo cortes en el rostro y los brazos, aunque nada comparable con la reprimenda posterior. ADOLESCENCIA En plena adolescencia comenzó a trabajar en el taller de la Agencia Chevrolet de la ciudad de Arrecifes, que había sido adquirida por una sociedad integrada por su padre y su tío Julio Pérez. Allí tomó contacto definitivo con los fierros y empezó a participar “a escondidas” de las famosas “picadas” nocturnas que alteraban la tranquilidad pueblerina. No contaba con un auto y se valía para participar de algún vehículo que estuviera en reparación en el taller de la agencia. La aventura era demasiado arriesgada y su tío Julio lo descubrió, pero guardó el secreto porque entendió que los hermanaba la misma pasión. Para entonces, el Flaco estaba en plena participación en el turismo carretera y Pepe soñaba abrirse camino tras sus pasos. Lamentablemente, el 14 de diciembre de 1940, cuando Julio era puntero absoluto de las Mil Millas Argentinas, un accidente puso fin a su vida y afectó los proyectos de José debido a que la palabra automovilismo se convirtió en una de las más terribles para su familia. AUTOMOVILISMO Esperó pacientemente el paso del tiempo y en 1945 se inscribió en una competencia zonal de monopostos en Carmen de Areco. Naturalmente que lo hizo bajo un seudónimo para evitar problemas familiares, y eligió el nombre: “Canuto”, tal como se llamaba un payaso de un circo que había pasado por Arrecifes. Todo pareció ir bien para Pepe, pero cuando debió correr en su ciudad y a pesar que había adoptado un nuevo seudónimo, en este caso “Montemar”; su padre advirtió el engaño un día antes de la carrera y lo echó de la casa. EL TC Lejos de desalentarlo, la adversidad lo fortaleció aún más y siguió adelante, alternando carreras con su trabajo de transporte de cereales a Buenos Aires. Con un Ford A participó en distintos circuitos zonales, logrando victorias en Unquillo, Salto y Junín; pero para 1947 tomó la decisión de incursionar en el turismo de carretera. Sin dudas era el más grande desafío que podía afrontar por entonces y decidió largarse al ruedo con un Chevrolet, pero no encontró la máquina adecuada de esa marca de la que era afecto. No obstante, en un viaje con su camión por la ciudad de Buenos Aires, concretó una operación por la cual pudo adquirir el auto con el que había competido Augusto Mc Carthy, un reconocido piloto de la época inicial del Turismo Carretera. El problema era que no se trataba de un Chevrolet sino de un Dodge, lo cual no iba a ser bien visto por sus seguidores arrecifeños, pero era lo que pudo conseguir y se embarcó en el TC. MIL MILLAS El 20 de diciembre de ese año debutó en las Mil Millas Argentinas, cuyo orden de largada era por sorteo y a su Dodge le asignaron el número 98. La carrera se estructuró en 2 etapas: La primera desde Bernal hasta Bahía Blanca y la segunda en camino de regreso, pero a diferencia de lo acostumbrado, se largó a las nueve de la mañana con una temperatura de 36 grados, a pesar de los reclamos de los pilotos que deseaban correr de noche. Partieron 116 de los 123 inscriptos, pero Pepe abandonó entre Azul y Tandil. EL GRAN DESAFÍO Se prendió en pruebas de circuitos asfaltados en la Capital Federal, pero fue debut y despedida porque tras una acalorada discusión con el comisario deportivo recibió una suspensión de seis meses impuesta por el Automóvil Club Argentino. Reapareció con otro proyecto ambicioso: correr el Gran Premio Internacional de América del Sur, prueba de 9.575,800 kilómetros a cubrir en 14 etapas, partiendo desde Buenos Aires el 20 de octubre de 1948 y arribando a Caracas, Venezuela, el 8 de noviembre. Trabajó incasablemente para ello y dijo presente con un Chevrolet modelo 39, acompañado por Bernardo Pérez, quizá uno de los hombres que mejor entendió la mecánica Chevrolet en nuestro país. Desafortunadamente abandonaron en tierra boliviana. Fue el adiós al turismo carretera como piloto, porque un nuevo horizonte se abrió ante sus ojos. FÓRMULA UNO Al año siguiente contó con la oportunidad de conducir una Maserati en una competencia internacional realizada en el circuito de Palermo, logrando un honroso quinto puesto delante de grandes figuras de reconocimiento mundial. Tal performance le abrió las puertas del Viejo Continente y se enroló en la Fórmula Uno Internacional contratado, precisamente, por Maserati. No fue el único argentino, porque su compatriota y viejo adversario del TC, Juan Manuel Fangio, fue incorporado a las filas de Alfa Romeo. FERRARI Pronto, Pepe, estuvo al comando de una Ferrari, escudería que no solo no había obtenido victorias en la Fórmula 1, sino que tampoco había logrado una pole position. Sin embargo, en el Gran Premio de Gran Bretaña de 1951, esa situación comenzaría a cambiar. Pepe, también conocido como: “el Cabezón” González, con una Ferrari 375 consiguió la pole soñada, al registrar el mejor tiempo, incluso delante de los grandes candidatos: Juan Manuel Fangio y Giuseppe Farina, de Alfa Romeo. Pero el 14 de julio de aquel año era su día y, aguantando la tremenda presión que ejercía Fangio, terminó imponiéndose en la carrera y otorgándole la primera victoria a Ferrari en la máxima categoría del automovilismo. Con buenas actuaciones en la temporada, terminó siendo subcampeón mundial, escoltando al ilustre balcarceño Juan Manuel Fangio. EL RETIRO Parecía tener mucho por delante, pero en 1953 sufrió un grave accidente en Lisboa. Ocurrió cuando volcó el Lancia Sport de tres litros que conducía. Recuperado de las lesiones sufridas, decidió seguir en la Fórmula Uno y en 1954 consiguió la segunda y última victoria de su trayectoria, también en el Gran Premio de Gran Bretaña. Un año después decidió retirarse como piloto de una categoría, donde, además de sus victorias, logró 7 segundos puestos y 4 terceros, habiendo conseguido el récord de vuelta en 6 ocasiones. EL CHEVYTÚ Regresó al país y se metió de lleno en el proyecto de llevar al éxito a un auto compacto que se diferenciaba mucho de las cupecitas del TC de entonces. Así armó el “Chevytú”, castellanización tribunera del Chevy Two, auto de origen estadounidense muy similar al Chevrolet 400 que circulaba en la Argentina. Los hermanos Aldo y Rinaldo Bellavigna se encargaron de la preparación y Jorge Cupeiro fue elegido para pilotarlo. La sociedad dio grandes satisfacciones y cerca estuvo de quedarse con el campeonato de la categoría en 1965. Pehuajó vio a Froilán González sufrir desde una aeronave una carrera donde el F-100 de Ángel Rienzi terminó venciendo al “Chevytú” en una competencia que quedó grabada a fuego en la historia del turismo carretera y en la memoria de los pehuajenses. RECONOCIMIENTOS En octubre de 1992 festejó sus 70 años en una reunión realizada en el Alvear Palace Hotel siendo agasajado por ex – pilotos, periodistas y funcionarios. Allí se presentó oficialmente el libro dedicado a su vida y escrito por Roberto Carozzo, titulado: “José Froilán González, una pasión sobre ruedas”, que constituye un testimonio de elevado valor para la historia deportiva argentina y uno de los mejores homenajes para un hombre que, más allá de sus logros internacionales, dejó su nombre en la historia del turismo carretera. EL FINAL Pepe falleció en la Capital Federal, el 15 de junio de 2013 como consecuencia de una enfermedad respiratoria. Tenía 90 años y con él se fue uno de los últimos sobrevivientes de una gran época de la Fórmula Uno Internacional, donde inscribió su nombre en lo más alto, acompañado por nuestra gloriosa bandera. Roberto F. Rodríguez.
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