El problema ambiental que generan los basureros a cielo abierto, es un punto que en los últimos años ha ganado la agenda política. Pero si, a esto se suma la proliferación de “basureros clandestinos”, la situación se torna mucho peor. Y es lo que sucede en algunos sectores de la ciudad, más allá de las normativas y de la “lógica” que indica que no se debe arrojar basura en la vía pública. Uno de los puntos es el que comprende la calle Alvarado, más precisamente la que se transita entre el Hipódromo de trote, profesor Julio Rodríguez, y la Ruta Nacional N° 5. En ese sector, en algunos cruces con otros caminos vecinales, o sobre la banquina siguen ganando, y con más fuerza “basureros”. Botellas, cartones, pero también bolsas con residuos. Si bien se pudieron apreciar entre tres o cuatro, uno de ellos ya ha aumentado su volumen. Esto genera un impacto ambiental, contaminación, riesgo sanitario, y además molestias hasta quienes deben transitar para ir a sus casas o trabajos, como para aquellos vecinos que optan por ese lugar de la ciudad para realizar caminatas, andar en bicicleta, o realizar alguna actividad recreativa. Como estos residuos, son arrojados por irresponsables, sin ningún control ni tratamiento previo, genera consecuencias y riesgos que esto representa para la salud de la población, el cuidado del ambiente y la conservación del paisaje urbano. Entre sus consecuencias pueden enumerarse: la contaminación, la presencia de animales transmisores de enfermedades (roedores, insectos, microorganismos, etc.) a lo que se suman, en algunos casos, los efectos adversos derivados de la quema incontrolada, deliberada o espontánea de la basura. Los residuos que terminan en un basural carecen de los controles y las condiciones de manejo que sí se brindan en los rellenos sanitarios, generando múltiples inconvenientes.