viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1565

Deportes | 8 ene 2022

La inconfundible voz del boxeo


En la jornada de ayer se cumplieron veinte años de la desaparición física de un emblema del relato deportivo: Osvaldo Caffarelli, quién nos visitó a fines de 1990 para relatar una inolvidable pelea profesional celebrada en el parque General San Martín de nuestra ciudad. Una visita, decididamente ilustre, que merece su inclusión en esta columna, máxime en un día tan cercano al aniversario de su fallecimiento. CAFFARELLI Caffarelli es un apellido que ha sido, es y será siempre, sinónimo de boxeo, aunque, curiosamente, el pugilismo no fue precisamente el primer amor del reconocido periodista radial, porque don Osvaldo se inició en el fútbol como jugador de las divisiones inferiores de Argentinos Juniors, cuna de grandes cracks del fútbol nacional, y donde fue creciendo hasta que una lesión le truncó toda posibilidad de alcanzar la primera división. Inmediatamente encaminó sus pasos hacia el periodismo deportivo con la idea de relatar o comentar fútbol. En Radio Rivadavia le dijeron rotundamente NO. Pero en Splendid encontró un lugar. El boxeo llegó recién en 1961 y su debut fue en la pelea que protagonizaron el campeón argentino gallo Miguel Ángel Botta y el chileno Miguel Bahamondez en el Club Temperley. Ganó Botta por knock out en el segundo asalto y disipó todas las dudas previas que acosaban a Caffarelli sobre si esa era su verdadera vocación. HACIENDO HISTORIA A partir de allí hizo su historia. Su voz trajo a los argentinos, imágenes de todo aquello que la televisión no transmitía aún. Definiciones como: “...hombres de rasgos oblicuos e idiomas ininteligibles...”, que utilizaba para individualizar a los boxeadores japoneses en particular y orientales en general, quedaron grabadas a fuego en la memoria colectiva. Frases como: “pelea a hierro corto” para graficar un duro combate cuerpo a cuerpo o el inolvidable: “¡Final, final, finaaaalll!” que daba paso al “...caen los cortinados...” resuenan como si el tiempo no hubiera pasado, y hasta parece acoplarse la voz de Horacio García Blanco con sus comentarios tan certeros como creíbles, con quién formó una de las duplas más recordadas y exitosas del periodismo argentino. Numerosos recuerdos de noches sabatinas en mi infancia vuelven a mi mente mostrándome junto al receptor de radio acompañando a mi querido Viejo, para quien las veladas del Luna Park eran casi una religión. EN PEHUAJÓ Cuando supe de su arribo a nuestra ciudad aquel 14 de diciembre de 1990 para relatar boxeo profesional, pude -previo concretar una entrevista– visitarlo horas antes de la velada boxística y dialogar con él en el lobby del Hotel “Los Nogales”, donde me recibió con su acostumbrada caballerosidad, aun cuando yo era apenas un aprendiz de periodista pueblerino de una FM local que ni por casualidad se imaginaba que esa misma noche terminaría relatando la misma velada, al lado de Caffarelli pero para la televisión lugareña. Sorpresas que te da la vida, y -es muy justo mencionarlo– la válida recomendación de mi amigo Daniel Del Arco quien, cuando lo consultaron sobre si sabía de alguien que se animara a relatar las peleas para la televisión (dado que no se podía tomar el audio de Caffarelli y necesitaban un relato para probar los nuevos equipos), no dudó en nombrarme y yo, que estaba sentado en la tribuna, terminé relatando al lado de don Osvaldo, a quien me costaba dejar de observar debido a la enorme admiración. Pero volviendo a aquella inolvidable charla en el hotel, duró casi una hora, en la que me maravilló su precisión dialéctica, su humildad, sus conocimientos y su extraordinaria voz. Recorrimos la historia del boxeo argentino y mundial desde Luis Angel Firpo hasta Pedro Décima, por entonces recientemente consagrado campeón mundial supergallo del Concejo Mundial de Boxeo. Y sobre algunos dejó opiniones como: “Locche fue el campeón más fascinante, pero Monzón fue el más campeón de todos”. Habló de Foreman, Frazier, Alí; recordó emocionado el trato que tuvo con Ringo Bonavena; y repasó las aventuras mundialistas de muchos argentinos en tierras extrañas, a donde fueron en busca de una corona mundial. “Esas victorias –dijo– conseguidas en tierras lejanas como la de Santos Laciar ante Pete Matebula en el gheto negro de Soweto, en el corazón del África, son las victorias que más me emocionaron en toda mi carrera”. Por la noche, cuando arribó al anfiteatro, un cerrado aplauso lo recibió desde todos los costados y humildemente levantó su brazo para responder y agradecer el saludo. MUCHAS EMOCIONES Aquella noche, con un anfiteatro colmado, conforme a la capacidad dispuesta, Pehuajó vio una de las peleas más emotivas y cambiantes de la historia a nivel del boxeo profesional argentina, la cual fue protagonizada por el campeón sudamericano welter juniors: Hugo Ariel “pajarito” Hernández y el correntino Juan Alberto Contreras, combate que tenemos programado, en un futuro no muy lejano, evocar en esta columna semanal de “Visitas Ilustres”, porque realmente lo merece. Muchas emociones nos regalaron aquella noche, pero sin ningún tipo de dudas, una de las imágenes que permanecen inalterables en la memoria colectiva de los amantes del boxeo, es la de Osvaldo Caffarelli sentado a la vera del ring relatando la pelea de fondo con su estilo tan particular como inigualable, acompañado en los comentarios por otro gran periodista: Norberto “Titi” Longo. La presencia de Caffarelli, a cuya voz se habían acostumbrado millones de argentinos seguidores del boxeo nacional e internacional, emocionó a los pehuajenses que, aún presentes en el anfiteatro, siguieron la transmisión radial que se emitía por Radio Rivadavia en Duplex con la emisora local de frecuencia modulada “Mágica”, que daba sus primeros pasos por entonces. EL CARIÑO POPULAR Cuando culminó el espectacular combate entre Hernández y Contreras, las cámaras de la empresa local de cable Pehuajó T.V. Color, se acercaron a su mesa de trabajo y el periodista Manuel Arive lo entrevistó ante la presencia de innumerables pehuajenses que lo rodearon en una muestra de afecto, respeto y admiración, brindándole un nuevo y caluroso aplauso cuando el maestro se despidió con su acostumbrado: “¡Hasta todos los momentos, amigos!”, no sin antes asegurar que le interesaba mucho poder volver a relatar boxeo desde un escenario natural tan hermoso como el Parque San Martín. Regresó al poco tiempo, pero ya para transmitir desde el gimnasio cerrado del Club Atlético Calaveras, donde Pehuajó lo vio por última vez. CASI UNA DESPEDIDA En mi caso, volví a verlo en la noche del 31 de agosto de 1991 en la ciudad de Trenque Lauquen, donde debía relatar la pelea estelar del festival de esa noche, protagonizada por el ex – campeón mundial supermosca Gustavo Ballas y el cordobés Sergio Andrés Carlevaris, al que seguramente Don Osvaldo se ha referido nombrándolo como “el natural de Morteros”. El encuentro fue en una confitería céntrica, breve y previo a la velada boxística, por lo que mantuvimos un corto y muy cordial diálogo que he recordado siempre como su despedida. Con los años comenzamos a acostumbrarnos a no escuchar su voz tan particular en el relato boxístico y nos fue madurando la idea del nunca más a medida que la televisión ganaba espacios y llegaba a cada vez más hogares, llevando imágenes que, según dicen, valen más que mil palabras. Tal vez haya mucho de verdad en ello, pero también es cierto que don Osvaldo necesitaba muchas menos palabras para transmitirnos las imágenes que estaba observando. SU MUERTE La noticia de su muerte nos llegó fría, sin prolegómenos, sin haber tenido otras noticias sobre su salud, y nos dolió su partida. Poco tiempo después se nos fue Horacio García Blanco, su compañero de la histórica “Oral Deportiva” y con quien compartió innumerables relatos de peleas inolvidables. Tan inolvidables como Don Osvaldo. Dos vidas que se cerraron dejando un profundo vacío, quizá haciendo honor a la célebre frase de Caffarelli, tantas veces citadas como colofón de una nota por distintos periodistas, pero que no por ello pierde vigencia. Una frase emblemática que dejó grabado para siempre el contundente: “¡Caen los cortinados!” Y cayeron. Roberto F. Rodríguez.
OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias