Se hablaba muy bien de él y aunque se trataba de un muchacho joven, su idea era dedicarse a la enseñanza y organizar festivales pugilísticos en los que, de creerlo conveniente, participaría como fondista.

Llamado Eduardo Moyano, había nacido en Lincoln en 1927, aunque se había iniciado como pugilista en el Club Juventud de Barracas, en Buenos Aires.

Entendía el boxeo como un arte de defensa, buscando emplear todo el cuerpo para no dejarse pegar y a su vez preparar las condiciones para contragolpear. Sin embargo en esos tiempos de peleadores salvajes y de públicos ávidos de sangre, no había sido muy favorecido en los fallos, habiendo realizado, entre 1949 y 1951, un total de 26 combates en el campo rentado, aunque logrando apenas 8 victorias, sufriendo 14 derrotas y registrando 4 empates.

Con la entidad azul realizó un total de 9 festivales, donde Pehuajó vio pelear a jóvenes locales como: Luis Allegrini, Oscar Avellá, Jorge Prieto, Alí Badani, Jorge y Ángel Cardozo, Alejandro Manara, Juan José Sánchez, Aldo Gallarreta y Félix Lencina, entre otros, y a reconocidos veteranos como: Antonio González y Ángel Oretellado.

Con la actividad encaminada, Moyano dejó Deportivo y se marchó a trabajar en Bolívar, donde también había un buen plantel pugilístico.

APARECE EL PETISO

La posta la tomó el Club Estudiantes Unidos, realizando veladas de donde surgieron valores como: Juan Carlos Castellanos y Héctor Mario Pallero, el recordado “Petiso”, cuyo físico era admirable y quien realizó buenas peleas con singular éxito.

De buena pegada, definió varios pleitos antes del límite y se erigió en un verdadero ídolo deportivo para la afición lugareña.

Lamentablemente la actividad se interrumpió, cortándole una trayectoria que apuntaba a llevarlo bien alto dadas sus condiciones en ese momento. Pallero reaparecería en la década siguiente, lo cual es tema de otro segmento de este trabajo periodístico.