Es que ese día, minutos después de las 19.00 horas, el seleccionado argentino acababa de ser eliminado del Mundial realizado en los Estados Unidos, al caer por 3 a 2 ante Rumania. Y no era una eliminación más. Porque las ilusiones encendidas con enorme fulgor días antes tras las dos primeras victorias, se habían apagado abruptamente cuando Maradona fue retirado de la Copa de Mundo, tras comprobarse el empleo de sustancias prohibidas, según determinaron los análisis.

¿Sin Maradona, Argentina podría haber sido campeón? Sin dudas. Tenía equipo para ello, pero la sanción sobre Diego tuvo un efecto anímico devastador, aunque el equipo estaba clasificado para octavos de final. Por eso quizá no dolió tanto la derrota ante Bulgaria en fase de grupos y se pretendió encender una llama de esperanza para el encuentro ante los rumanos por los octavos.

Sin embargo, fue la luz de un fósforo que se desvaneció rápidamente. Ganó Rumania 3 a 2 y el equipo argentino se despidió de un Mundial donde había sido uno de los más grandes candidatos.

En ese escenario, los pehuajenses debíamos celebrar nuestro día, luego de concluido aquel partido. No había clima de celebración.

No obstante, creo que Pehuajó fue el único lugar del país donde, en esa fría tarde, se detonó cierta pirotecnia que pretendía adherirse a una festividad que, bajo ningún punto de vista, surgía en la expresión de los rostros de aquel puñadito de pehuajenses que estuvieron presente.

Una tarde que también es parte de nuestra historia.