viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1565

Sociedad | 13 dic 2021

SOMOS MÚSICA 1 | Por Gustavo Joaquín Hernández


¿Qué es la Música? ¿Qué somos como Humanos? La primera de las preguntas encuentra intento de respuestas en gran número de definiciones técnicas, o no tanto, que se han dado a lo largo de la Historia. La segunda también, en el terreno de la Filosofía, sea esta de valor o simplemente barata. Pero ¿puede explicarse realmente qué es la Música de una forma clara y práctica? ¿Podemos saber realmente qué somos con total profundidad? La Música ha sido estudiada a lo largo de los siglos, codificada y explicada en cantidad de tratados teóricos. Se ha escrito mucho sobre ella y luego de siglos de transitar por el mundo se logró una escritura musical, similar a la de la palabra, para dejar por escrito en las llamadas partituras aquellas músicas que, los sabedores de aquellos códigos, podían luego interpretar. El compositor, también tuvo un gran número de manuales y libros con la enseñanza de los preceptos compositivos de todas las épocas. Con esos ejemplos, podemos pensar que sí, que la Música se puede explicar con criterios teóricos y postulados si se quiere matemáticos, y que se puede, a través de un sesudo análisis de sus componentes, llegar a crearla. El ser humano, también a lo largo de los siglos, fue estudiado en profundidad. Basta nomás tomar la Historia de la Medicina para ver cuánto se ha avanzado a lo largo de los siglos en el conocimiento del cuerpo humano y las distintas especializaciones sobre cada uno de los órganos o sistemas para entender con bastante integridad cómo es el funcionamiento del mismo. Más allá de algunos intentos literarios antiguos o futuristas, con esa información que se fue adquiriendo a lo largo de los siglos, encontramos un paralelo con aquel compositor que entendió la parte “física” de la Música para llegar a ella y lo que ocurre, hoy día en el ámbito de la clonación, de la fertilización artificial, o de la manipulación genética donde algo de “crear” vida está empezando a ocurrir. La Música, más allá de los elementos técnicos que la constituyen, se ha desarrollado además en terrenos amplios y disímiles dependiendo el contexto, la época, e incluso ajena por completo al conocimiento que algunos de sus cultores tuvieran o no para expandirse y crecer y muchas de estas maneras, si bien pueden ser descriptas y catalogadas, nos acercan a vislumbrar que hay algo más que esa cuestión física y visible para su existencia. El propio sonido, su razón de ser, se maneja en un terreno invisible, intangible, totalmente “en el aire”, comparado con cualquier otro tipo de fenómeno cotidiano. También la Humanidad fue cambiando, creciendo y desarrollándose de acuerdo a las épocas, contextos, circunstancias climáticas, y cantidad de otras que también pueden ser estudiadas o descriptas por la Historia, la Sociología y muchas otras disciplinas que, también y lógicamente, fueron creciendo a lo largo de los siglos. Pero pensar en cómo empezó ese germen de cambio, de pensamiento distinto, ese punto inicial escondido en algún lado de todo lo vivido en centurias, es algo misterioso. No podemos saber con exactitud qué pensó, qué sintió, en qué se inspiró o cómo surgió quien ayudó a provocar cada uno de esos cambios. Volviendo a la Música, y ahora sí en un terreno mucho más elevado -entendiéndose por esto a lo menos físico, tangible y terrenal- todo aquello que ella encierra cuando emociona, mueve, o transporta a lugares intransferibles, esos que el Compositor imaginó y trató de reflejar en los sonidos y que nada tienen que ver con lo físico-técnico, eso que surgió de la inspiración, como viniendo sin saber de dónde, todo eso es lo que conforma lo más valioso de la Música: aquello que no se ve. Cada Ser Humano, por más sabido y conocido que sea y pueda decirse de su contextura física, incluso del carácter o comportamiento social, conserva en su interior algo igual de intransferible y de invisible cada vez que piensa, siente, se emociona y recuerda. Sí, sí… es cierto que la cara, las expresiones, pueden reflejar esas emociones, pero el origen de ellas, es interno, es oculto, es misterioso. Mucho más lo es si se trata de conectarse profundamente con el Ser Interior. Ese mismo misterio de lo oculto que la Música en su esencia también tiene. Y ahí es donde dejamos por hoy, esta pregunta: ¿Somos lo que creemos que somos? Sí, es cierto. Todos podemos estar preguntándonos también: pero si es el hombre el que creó la Música ¿no es lógico que ese parecido en recorrido haya surgido de sus propias manos? Es así que nos plantearemos, en esta columna, la pregunta contraria: ¿Y si fue la Música la que nos hizo? ¿Y si somos Música? Ampliaremos, cada lunes en estas páginas. Gustavo Joaquín Hernández.
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